Ilustró Saurio
Desconocemos cuándo fue realizado este reportaje o quién es la persona que entrevista a Isidoro Blaisten, pero nos parece valioso rescatarlo. Si alguien puede aportar datos sobre fecha, medio y autor, se lo agradeceremos.
"Pensar, analizar, inventar (me escribió también) no son actos anómalos, son la normal respiración de la inteligencia. Glorificar el ocasional cumplimiento de esa función, atesorar antiguos y ajenos pensamientos, recordar con incrédulo estupor lo que el doctor universalis pensó, es confesar nuestra languidez o nuestra barbarie. Todo hombre debe ser capaz de todas las ideas y entiendo que en el porvenir lo será."
Jorge Luis Borges, "Pierre Menard, autor del Quijote", en Ficciones.
"Las ideas las tenía yo, ella las ponía en práctica. En general a mí las ideas se me ocurrían cuando espantaba recuerdos o cuando sentado a mi escritorio de ideas jugueteaba con la réplica del puñal de Sandokán, o miraba arder el fuego de la salamandra o miraba el cielo a través de la ventana. Yo hubiera querido, y se lo dije a ella muchas veces, que todas las ideas hubieran sido sometidas a un control estricto de calidad. Yo quería tirar las ideas sobre el escritorio de ideas, atacarlas por los cuatro costados, ver hasta dónde resistían, hasta dónde eran viables y después hasta dónde eran redituables. Pero ella las ponía en práctica enseguida. Así era ella."
Isidoro Blaisten, "Última empresa", en Cerrado por melancolía, 1981.
Isidoro Blaisten me recibió en su departamento de la calle Libertad, que es también el lugar donde desde hace varios años acostumbra desmontar los cuentos de Borges junto a un grupo de alumnos de su taller. Sobre la mesa del living están las Obras Completas de Borges ("El libro gordo de Petete", las llama Blaisten) y un volumen de conversaciones con Antonio Carrizo y el crítico Roy Bartholomew, que reúne entrevistas radiales a Borges realizadas entre los meses de julio y agosto de 1979. El papá de Borges era entrerriano, como yo, y además Borges se llama Isidoro: Jorge Francisco Isidoro Luis Borges, dijo Blaisten instalado detrás de su escritorio antes de entrar en tema.
En el libro de reportajes que usted tiene sobre su mesa, Antonio Carrizo le dice a Borges: En 1944 aparece un libro que en realidad pareciera ser dos. En la primera edición el libro se llama Ficciones, pero hay una segunda parte, en el mismo volumen, que se titula Artificios... No, eso fue agregado -le contesta Borges-. Tienen que ser dos subtítulos. Pero no sé qué equivocación hubo en la imprenta y pusieron Ficciones como título... Pero yo quería establecer no sé qué diferencia entre unos y otros. Por eso puse "Ficciones" y "Artificios". En ese momento no recuerdo en qué consistía esa diferencia. Pero pusieron Ficciones como título, que yo no hubiera puesto, porque es feo y suena mal, además. Ficciones no suena bien. Pero en fin... Bartholomew dice que Ficciones es para él un título admirable, y Borges responde que fonéticamente le desagrada por la doble c; y continúa con una típica boutade borgeana: Ahora no recuerdo cuáles cuentos corresponden a Ficciones y cuáles a El Aleph. Me gustaría que tomemos esto como punto de partida porque yo venía haciendo un recorrido cronológico de su obra: primero Borges poeta, luego los ensayos y argumentaciones, y después un libro que en cierto modo desdeñó: Historia universal de la infamia...
Con Historia universal de la infamia sucede lo siguiente: hay un solo cuento que es verdaderamente un cuento, "Hombre de la esquina rosada"; el resto son recreaciones. Terminemos entonces con un equívoco. Borges era un viejo maula. "Contrera" por naturaleza, estudia anglosajón porque la madre quiere que estudie griego, y si a la gente le gusta Gardel él dice que no le gusta porque se parece a Perón... De la misma manera, tenía una gran habilidad para destruir sus propios textos. Por ejemplo no le gusta "Hombre de la esquina rosada". Dice que su amigo y traductor al inglés Norman Thomas Di Giovanni le había dicho que ese cuento es como una ópera: de pronto se presenta un tenor o un bajo o un barítono, y cada cual recita su parte con palabras que suenan artificiosas. Bueno, su literatura es un artificio. De modo que deberíamos prescindir de las opiniones de Borges. No así de lo que él cuenta, que es el mejor camino para encontrar las pistas que conducen a la salida del laberinto.
En el prólogo de "Pierre Menard, autor del Quijote", Borges se disculpa por el tedio que puede provocar en el lector la enumeración de los escritos de éste; pero se justifica diciendo que es un diagrama de su historia mental. Luego dice que Menard tiene la costumbre de pensar ideas que son el estricto reverso de las propias.
"Pierre Menard, autor del Quijote" es la parodia, ¿no? Existe Don Quijote porque es una parodia de las novelas de caballería, en un momento en que el género ha llegado al punto en que no resiste más.
Sé que Borges lo concibió como un chiste. Era un falso artículo que apareció en la revista "Sur".
Es una broma. "Pierre Menard, autor del Quijote" es el primer cuento que escribió después del accidente donde casi se muere al golpearse la cabeza contra una banderola en el año 39. La misma escena reaparece en el comienzo de "El Sur". "Pierre Menard, autor del Quijote" parodia a los que escriben sin decir nada. Esa es mi humilde lectura. Trata de alguien que está corrigiendo El Quijote, y termina reescribiendo El Quijote exactamente igual a como estaba.
Al respecto, quiero plantear una discusión...
Lo lamento, pero no me gusta discutir. Yo siempre doy la razón. Borges también odiaba las polémicas y las discusiones. Cuenta que una vez que estuvo en Japón lo invitaron a comer a la casa de una familia, y en mitad de la cena (queriendo redondear un concepto) dijo: "En esta casa debe haber un atlas, ¿no?". "Si —contestó el japonés—, por supuesto." Llegada la sobremesa el atlas no aparecía, de modo que Borges insistió: "Pero acá debe haber un atlas". "Sí —volvió a decir el japonés— ¡por supuesto!" Pero como el atlas no aparecía nunca, volvió a insistir. "Le voy a decir la verdad —respondió el japonés—. En realidad no tenemos ningún atlas; pero como usted dijo debe haber, nosotros no podíamos contradecirlo." Aquí siempre partimos del supuesto de que el otro está equivocado. En Japón se parte del supuesto de que el otro tiene razón, y eso a Borges lo maravillaba.
¿Pensaría de la misma manera en 1944, cuando publicó Ficciones?
La cuestión es importante. ¿Qué había hecho Borges hasta ese momento? Había publicado ensayos, poemas e Historia universal de la infamia, un poco a la manera de las Vidas imaginarias de Marcel Schwob (sólo que en Schwob son realmente imaginarias y en Borges no). Borges toma a Billy the Kid, al pistolero judío Monk Eastman, textos de Richard Burton... personajes que existieron y que él recrea. Después escribe "Hombre de la esquina rosada", que podemos considerar su primer cuento en el sentido formal de la palabra. "Hombre de la esquina rosada" tiene cuatro versiones. La primera es apenas una conversación, un fragmento que se llama "Leyenda policial" y apareció en 1927 en la revista "Martín Fierro", después salió en El idioma de los argentinos con el título "Hombres pelearon", luego en "Crítica" como "Hombre de las orillas", y finalmente con su título definitivo en Historia universal de la infamia.
¿Se estaba entrenando para algo superior, como un esgrimista o un cuchillero...?
Como alguien que está visteando. Esa es la palabra. El visteo es cortar una ramita de un árbol y usarla para pelear como si fuera un cuchillo. Para eso, se le pone la punta al fuego hasta que se carboniza. La marca, el tizne que le deja al adversario en la cara, es como si fuese un corte o una puñalada. Esto todavía se ve en los frigoríficos, donde los mejores visteadores son los entrerrianos. Visteo viene de vista, porque al igual que el boxeador el cuchillero nunca mira otra parte del cuerpo que no sean los ojos. Es como una práctica de esgrima sin puñal. Es un juego. Yo creo que durante esos años Borges estaría visteando. Al menos hasta que publica la versión definitiva de "Hombre de la esquina rosada". Le pregunté a María Kodama por qué "de la esquina rosada". Ella supone que por esos almacenes rosados, comunes en la época de Sarmiento, que el tiempo decoloró.
Pero todavía estaba lejos de escribir Ficciones...
Lejos. "Hombre de la esquina rosada" es el primer cuento, cuento. Tanto lo defenestró Borges que a veces casi convence. A quien no le gustaba era a la madre, que decía que los cuchilleros eran todos unos guarangos y unos groseros. Borges escribió sobre ese tema para llevarle la contra. De cualquier manera ese almacén podría haber estado acá, a unas cuadras nomás, en las Cinco Esquinas...
¿No está en Palermo?
No. Palermo es la Tierra del Fuego. Tierra del Fuego era un lugar del barrio de Palermo, muy cerca de donde estuvo después la Penitenciaría Nacional, en Las Heras y Coronel Díaz. Francisco Real, el protagonista, era un hombre del Norte, lo que ahora es la calle Santa Fe. El cuento dice que el hombre venía del Norte. Y la Batería era una batería militar, situada donde estuvo después el Hotel de Inmigrantes... Siguiendo la evolución de sus escritos, encontramos un gran paralelismo con su vida. Borges es totalmente autobiográfico. Salvo quizá la zona donde aparecen los libros, aunque también es autobiográfica porque un hombre (Borges) es también los libros que ha leído.
¿No el deseo de escribirlos?
La gran apetencia de Borges está en ese haiku: Yo soy en la alta noche/ el que cuenta las sílabas. Él quiso ser guerrero como sus ancestros: tiene un bisabuelo que hace una carga de caballería, un abuelo que se hace matar en la batalla de La Verde... Toda gente de guerra. El único que nunca hace nada, el nene, es él. Quiere decir que le queda la apetencia del coraje.
Y también la aventura de leer. Centrémonos en Ficciones...
La aventura de leer y el culto de los libros: Nadie rebaje a lágrima o reproche/ Esta declaración de la maestría/ De Dios, que con magnífica ironía/ Me dio a la vez los libros y la noche, dice. Cuando dirige la Biblioteca Nacional y tiene todos los libros del mundo, él ya está ciego.
El primer cuento del volumen es "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius". Hay quienes sostienen que es demasiado intelectual...
Bueno, son lecturas. A mi criterio, en Ficciones hay cuatro cuentos fundamentales: "El jardín de senderos que se bifurcan", "Funes el memorioso", "La muerte y la brújula" y "El Sur'. "El jardín de senderos que se bifurcan" empieza diciendo: En la página 242 de la Historia de la Guerra Europea de Liddell Hart… Cuando lo leí por primera vez, me dije: "¿Este libro existe o no existe?". Entonces me puse a buscarlo. Porque Borges tenía esas cosas: ponía datos apócrifos. Por intermedio de una alumna cuyo cuñado trabajaba en la Biblioteca del Círculo Militar, descubrí (porque ni en la Enciclopedia Británica figuraba Liddell Hart) que había una Historia de la Segunda Guerra Mundial del capitán Liddell Hart. Hasta que en una librería de Londres me dieron un dato, y lo conseguí en un pueblito perdido llamado Barnstaple. Y es éste (dice sacando un libro de la biblioteca).
¿Es el libro que cita Borges?
Salvo que tiene otro título y que la página no es la 242 sino la 240 de esta edición. Borges le cambia el título por Historia de la Guerra Europea, porque el libro de Liddell Hart, llamado La guerra real, apareció en 1930; o sea antes de la Segunda Guerra...
¿Y el contenido es tal cual lo cita Borges?
Dice así: El bombardeo comenzó en junio 24. El ataque se intentó para junio 29 pero fue pospuesto para julio primero teniendo en cuenta la demora que se había producido por el mal tiempo. Las condiciones fueron peores por las torrenciales lluvias que inundaron las trincheras...
En la página 472 de las Obras Completas está casi igual. Dice que esa ofensiva... había sido planeada para el veinticuatro de julio de 1916 y debió postergarse hasta la mañana del día veintinueve. Las lluvias torrenciales (anota el capitán Liddell Hart) provocaron esa demora...
Exacto. Liddell es un historiador de las guerras, un especialista. "El capitán que enseñó a los generales" lo llamaban en Israel, donde estuvo adiestrando a los oficiales. Después escribió sobre la Guerra de Secesión sin conocer siquiera los lugares. Era un especialista en mapas, y Borges comentó un libro suyo titulado Europa en armas en la revista "El Hogar”. Yo fui estudiando a Borges como si se tratara de un cuento de Borges. Sin ninguna teoría. Como un humilde muchacho de San Juan y Boedo. La mejor manera de leer a Borges es seguirlo a él.
Él dice que en la edición de Ficciones de 1944 hay dos libros en uno. Publica allí varios cuentos, escritos aparentemente al ritmo de uno por año.
La primera parte salió en 1941 con el título El jardín de senderos que se bifurcan. Concursó por el Premio Nacional y no lo ganó, lo que dio motivo a un desagravio en la revista "Sur" donde escribieron Bioy Casares, Ernesto Sabato, Amado Alonso, Pedro Henríquez Ureña, Anderson lmbert y Carlos Mastronardi. (Saca de la biblioteca un ejemplar del catálogo bibliográfico de Borges del 23 al 89, y me muestra la reproducción de la vieja edición de "Sur", en cuya faja de promoción se lee: "Una muerte simbólica. Una biblioteca infinita. Una lotería implacable. Un libro que abolirá la realidad".)
"Un libro que abolirá la realidad." Es muy bueno para el marketing de esos años. Cincuenta años después, ¿abolió el libro la realidad?
De alguna manera. Hizo que la izquierda que lo defenestró, y para la que Borges era una mala palabra, lo tomara como objeto de culto. En los años 70 no se podía decir que a uno le gustaba Borges. Y ahora tenemos que darle la razón en todo. Él hablaba de que iban a desaparecer los países. Ya en 1914, su padre le había dicho: "Mirá hijo, mirá bien esto porque va a desaparecer...". Se estaba anticipando a lo que ahora llaman globalización. Creo que Borges creó otra realidad, y la realidad terminó pareciéndose a la que él inventó.
Se comprende que fuera irritante para la izquierda. Al final de "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" dice que el materialismo dialéctico, el antisemitismo y el nazismo son equivalentes. Cualquier simetría con apariencia de orden —dice refiriéndose a los tres pensamientos a la vez— bastaba hace diez años para embelesar a los hombres. Eso es muy hiriente.
Se estaba refiriendo al estalinismo. Todo pensamiento que cree que tiene la verdad absoluta y que todo lo demás son meras falacias, termina convirtiéndose en un fundamentalismo. Yo creo que él se refería a eso. Su filosofía era la de un idealista, un metafísico que leía a Schopenhauer, Nietzsche, Berkeley... Y por sobre todo era muy amplio; decía que lo menos importante de un hombre son sus ideas políticas. Pero volvamos a "El jardín de senderos que se bifurcan": No creo que su ilustre antepasado jugara ociosamente a las variaciones. No juzgo verosímil que sacrificara trece años a la infinita ejecución de un experimento retórico. En su país la novela es un género subalterno. En aquel tiempo era un género despreciable. (Se ríe.) Esta es la teoría de Borges acerca de la novela. Ts'ui Pên fue un novelista genial, pero también fue un hombre de letras. Notemos la ironía.
En "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" el sujeto del conocimiento es uno y eterno. En cuanto a los libros, Borges imagina que son todos obra de un solo autor. Por lo tanto no hay plagio; todos los libros un libro, dice, y nombra el Tao Te King y Las 1001 Noches como ejemplo. Sin embargo en el reportaje con Carrizo dice que nosotros somos construidos por los libros. ¿Puede un libro construir la realidad?
Borges tiene el concepto de un libro sagrado que no está escrito por el poder de los hombres: está escrito por Dios. Dios, con su infinita sabiduría, con su infinita sapiencia, ha escrito un libro que es perfecto. Nadie lo discute. Según los cabalistas que Borges admiraba, la Biblia está escrita por el poder de Dios.
¿Un libro perfecto puede incidir sobre la realidad como si fuese un manual de costumbres?
Por supuesto. Es la Biblia. Es El Corán. Yo puse, como acápite de uno de mis cuentos, una frase muy hermosa de El Corán: Nadie sabe dónde va a ir a morir un hombre. Sólo Dios lo sabe. Dios que es sapientísimo, enterado. Está en Carroza y reina.
Me gusta cuando en Las 1001 Noches a cualquier cosa que se cuenta se le pone el reparo místico "pero Alá es más sabio".
Eso se llama idiotismo. Es una cuestión lingüística, como "a pie juntillas". "Pero Alá sabe más". Es muy lindo eso.
Saca al escritor de su vanidad, ¿no es así?
Si partimos de la vanidad en su sentido etimológico, que es vacuidad, y vamos hacia atrás, hasta el Eclesiastés, encontramos que Eclesiastés es la traducción de la palabra hebrea koelet, que viene de la palabra kohol, que significa "voz". O sea, el que lleva la voz, el predicador. Por eso, el libro se llama Eclesiastés o el predicador y empieza con Vanidad de vanidades, dijo el Predicador: vanidad de vanidades, todo es vanidad. Y vanidad, etimológicamente, es igual a vacío, a lo que es vano. Entonces, podríamos tomar la vanidad como el vacío de las cosas, lo hueco y lo huero de las palabras. Me gusta una frase de Bioy Casares que dice que la vanidad trae mala suerte. Y creo que leer a Borges es destruir la vanidad, destruir nuestra vacuidad. Ese hombre genial escribió de la mejor manera posible. (Consultando el diccionario.) Acá está: "Idiotismo. Forma o giro particular de un idioma pero anómalo dentro de su sistema gramatical. Por ejemplo: locuciones como a ojos vistas o a pie juntillas".
Tal vez Borges insistió en la necesidad de un libro único para garantizar astutamente la perduración de lo que en ese momento escribía...
Tenía manías, tics, obsesiones que se repetían. Incluso en los reportajes contestaba siempre lo mismo: "Yo lo que quería era hacer un lindo cuentito...". Pero descubrí algunas cosas que me parecen fundamentales. El adhería a la concepción de la literatura policial; amaba los argumentos: principio, desarrollo y fin. Totalmente aristotélico. Una vez, hablando de la novela negra, me dijo: "Primer capítulo, una patada en la cabeza. Segundo capítulo, una patada en la cabeza. Tercer capítulo, otra patada en la cabeza". Y es que en realidad amaba la novela-enigma. En la primera línea de "Hombre de la esquina rosada" ya te está contando el argumento. "El jardín de senderos que se bifurcan" es un cuento policial.
¿Policial o fantástico?
Policial. La literatura fantástica es otra cosa y tiene otras leyes. En este cuento hay una trama muy fuerte. Hay un crimen. Sobre un hecho verídico, Borges construye una historia. Al comienzo del cuento dice que faltan las dos primeras páginas del relato, con lo cual es claro que ahí está el antecedente: la declaración firmada del protagonista chino. Si hay una declaración firmada quiere decir que alguien lo juzgó. Pero al faltar las dos primeras páginas Borges no se hace responsable, le tira la pelota a otro. Esto lo podemos verificar en muchísimos cuentos. Se pone en el lugar de un narrador que es todo lo contrario del narrador omnisciente, lo cual les confiere a sus cuentos una verosimilitud muy grande
¿Cuál es el enigma que hace avanzar el cuento?
Dónde bombardear. Pero con un problema de conciencia muy grande: el narrador es un chino que está actuando de espía a favor de Alemania, cuando los chinos odian a los alemanes. ¿Y por qué los odian? Porque los alemanes habían ocupado la bahía de Kiachow y establecido un puerto libre en Tsingtao. Es allí, en Tsingtao, donde el chino es catedrático en la Alta Escuela de Estudios Alemanes. Yu Tsun les enseña el inglés a los alemanes invasores. ¿Por qué? ¿Qué lo impulsa a ser un espía de una nación que odia? Cuando Yu Tsun hace el inventario de sus pertenencias, cosa que parece un tango, aparece una carta de la que se escamotea su contenido. El texto dice más o menos así: "encontré una carta que resolví destruir inmediatamente (y que no destruí)". Borges es un maestro del escamoteo, un maestro en ocultar información, en hacer un interruptus de la narración que nos va llevando a un clima muy especial. Esto de la carta es un hallazgo. Además es un cuento policial porque el protagonista tiene que cumplir un encargo: indicar a los alemanes el lugar donde deben bombardear el parque de artillería que es la ciudad de Albert. "No encontré nada mejor que matar a alguien con ese nombre", dice más o menos el texto. Yu Tsun va a hacer aparecer la noticia de esa muerte en los diarios para que su jefe en Berlín, un hombre a quien él odia, que lee todos los diarios, la conozca. Pero Yu Tsun no sabe quién es el famoso sinólogo; es una casualidad y gracias a ella va y descubre el secreto de su familia. El jardín de senderos que se bifurcan es entonces un laberinto. Pero no en el espacio como todos los laberintos, sino en el tiempo. El tiempo que, como Borges lo dice magníficamente, se bifurca perpetuamente hacia innumerables futuros. Y allí elabora toda su teoría con respecto al tiempo. Pero fundamentalmente hay un crimen. Un hombre que mata a otro.
¿Qué lecturas hay detrás, además de las filosóficas?
Borges utiliza lo que lo ha marcado desde su niñez, que es la lectura de Sherlock Holmes de Conan Doyle. Borges leyó de chico todo Sherlock Holmes (eso está registrado en las conversaciones con Fernando Sorrentino). Empieza a leerlo en una revista llamada "The Sun Magazine", junto con su hermana Norah; y lo recordará ya de adulto con nostalgia. Poco tiempo antes de morir escribe el poema "Sherlock Holmes" que está en Los conjurados. Un poema precioso. Si revisamos Textos cautivos, encontramos muchas críticas sobre novelas policiales, y uno de sus preferidos es Ellery Queen. Además hay un suceso en la vida de Borges que puede dar una idea de lo importante que es para él la novela policial. Cuando cumple 35 años, intenta suicidarse. ¿Qué hace? En la calle Entre Ríos se compra un revólver, una botella de ginebra y un libro policial que ya había leído. Ese libro es El misterio de la cruz egipcia de Ellery Queen.
Vuelve entonces a leerlo, y al final no se mata. Tira en un charco el revólver y la botella de ginebra. Y se va con la novela policial.
Mejorar lo inmejorable, eso quiere Menard. Reescribir El Quijote. pero también. antes, fundar nuevas reglas para el ajedrez...
Claro. Si trasladamos este cuento a la realidad encontramos que hay cosas absurdas. modas que vienen de afuera. teorías literarias... Modas como el minimalismo. que ya viene de la primera época de los bolcheviques cuando había maximalistas y minimalistas: o la palabra imaginario, que ahora está tan de moda. "Pierre Menard..." es una parodia de las modas.
El final del cuento resulta muy generoso, con el personaje confundiendo los tiempos en que se escribieron los libros. Técnica del anacronismo deliberado y de las atribuciones erróneas, la llama Borges. Técnica que enriquece la lectura y que, dice, puebla de aventura a los libros más calmosos.
Los orientales no les dan bola a las fechas. Vos pensás esto y tu hijo esto otro, y lo ponen juntos.
Quizá no sea cierto que cada libro mejore al anterior...
En definitiva es eso. La literatura, el arte, es una antorcha que se va pasando. Cada uno se la da al que viene. Pensemos que sin Mozart no existiría Beethoven, sin Darío no existiría Lugones, sin Lugones no existiría Borges como poeta...
Esa búsqueda borgeana de una palabra "que condense la totalidad del lenguaje" sería algo parecido a la búsqueda de un Dios del idioma. Algo más argentino que el mot just de Flaubert...
Es cierto. Allí tenemos otra punta para pensar en el gran valor de Borges. ¿Qué había hasta Borges? Como decía Enrique Pezzoni, la gallegada. Escribían esas cosas largas, tediosas... Él viene a incorporar un idioma muy argentino. "Hombres pelearon", no "Hombres que pelearon". Es un error. No es "El hombre de la esquina rosada", es "Hombre de la esquina rosada". Y fundamentalmente rescata esa cosa de Buenos Aires que está en la síntesis. El porteño llama a Gardel "El mudo". Cuando está por entrar, Francisco Real dice: Un pechazo y el hombre estaba ahí; el hombre era parecido a la voz. Estamos hablando de la síntesis de lo poético del lenguaje de Buenos Aires en la literatura. Eso es mérito de Borges.
¿Y cuáles son los senderos que se abren con Ficciones?
Para Borges la literatura es un jardín de senderos que se bifurcan. Se llega hasta un punto y se abren dos. Se dice que en la literatura siempre que se elige un camino se abren dos y se toma uno; él opta por todos los caminos