Ilustró Saurio
17
El 17 en los sueños de la quiniela
es la desgracia,
me dijo un viejo arruinado, su piel gastada,
su hígado a punto de pedir la extremaunción,
millonario él sin embargo,
perdido como yo en un bar minúsculo,
diciéndole a la muerte:
este año no es tuyo...
25 de diciembre
En esta fecha no nació Jesús
Nació un 2 de julio lluvioso
En una Israel plagada de centuriones y templos
Y él solo quería tomar vino
Igual que yo.
El mar
El mar ruge sus ciclos,
Sus siglos,
De espuma efímera.
Yo soy el acantilado que espera en la costa
Las caricias de sal del Tiempo.
Soy Espacio.
Soy El Espacio.
Ansío los besos de mi amante,
Que se deshace en milenios y segundos
Como un árbol otoñal que pierde
Sus hojas.
3.14
A través de las galaxias con sus edades precisas,
Navego en una barca que no comprendo.
Es de luz, sus velas de seda blanca,
Leves como alas de mariposa microscópica.
No entiendo la naturaleza de mi viaje,
Mi cuerpo es una libélula micrométrica,
Mientras los vientos del Sol,
De todos los soles que veo en los arrabales galácticos,
Penetran la seda, el casco de luz, mi cuerpo inútil.
Y sigo.
Y sigo,
Mientras las galaxias se hacen viejas
Y son enterradas
Por seres sin caras
Ni cuerpos.
Hora Cero
¿Qué hora es?
Preguntó Dios, antes de enterrar el primer átomo
En un jardín en donde no podía crecer nada.
Enero
Me encuentra el calor lamentando los fracasos de ayer.
Pienso también en la esperanza de todos los meses
Que ya tocan a mi puerta.
Sigo en el mismo espacio
Que me asignó Dios.
No puedo escapar.
Puedo escapar.
Los relojes se han detenido
En la hora en que me encontrás.
Siete de la mañana, 1 de febrero
La aurora tiene sabor
A estrellas pariendo.
El despertador no sabe
El miedo que siente la carne
Que despierta a su lado,
Con su canto rosado, afilado.
Las sábanas y las calles
Están hechas del mismo material:
La espera.
7 de enero
Te escribo desde hace siglos
Pero vos seguías con tu baile
De azúcar.
Hada increíble,
Ninfa perversa,
Yo atrapado en una nebulosa blanca.
Yo deseando
Unirme a tu baile
De escorpión de seda.
4 de octubre
Ese día
De cielo cayendo como una maza negra,
Nació un perdedor monumental.
Apenas nacido,
Fue devorado por la vida.
Y todas las enredaderas
De la Tierra
Se obsesionaron con sus manos.
Con su cuello.
Después, no pudo fatigar
Ningún mapa.
Tenía miedo de las mariposas,
De los carruajes,
De las hadas.
Encontró la muerte
Luego de muchas lágrimas:
Ahora solo los gusanos
Celebran su victoria principal:
Haber existido.
7 de octubre de 1849
A Edgar Allan Poe
Eran las cinco de la mañana
Cuando te fuiste.
Al cielo de ese momento
No pude verlo
Por estar atrapado en este instante.
Pero imagino nubes rojas
Llorando tu carne
Acostada en un hospital
Que no merecías.
Tus delirios haciendo laberintos,
Toda tu vida,
Todas tus pasiones,
Flotando en la atmósfera.
Opio, alcohol, muerte, amor,
Todo, todo lo que te definió,
Me hizo amarte.
Hubiera deseado ser tu amigo.
Solo espero tener una eternidad como la tuya.
Y que el corazón no siga latiendo…