Prólogo a El mago en la mesa
Señoras y señores:
La poesía es una paloma que entra en la poesía y vuelve a salir. Uno tiene
un librito en la mente y allí está escrito todo. Entonces uno busca y
busca en la mente y allí está escrito todo. Entonces uno busca y busca
en la mente y encuentra lo que tiene que decir. Hay veces que aparece
una rosa entre el libro y uno saca la rosa del libro, se la da a una persona,
y esta persona busca en su librito hasta que encuentra su rosa y se la
entrega a uno. Lo que pasa es que la gente del sistema es muy creída y
deja podrir su rosa entre las hojas del libro que no abren nunca. No tengo
ni idea de cómo se me metió este libro en la cabeza. Cuando yo estaba
feliz me sentaba con mi novio en la mesa del poeta y allí echaba mi charco
de babas. A este libro le puse
El Mago en la Mesa porque la magia
es la gasolina de la poesía. Cuando esté grande no voy a hacer más poemas
porque de chiquita hice muchas cosas y cuando esté grande me convertiré
en flor.
Alejandra Pizarnik
Espejos
polveras musicales
tapetes
pianos
cortinas
camas donde dormir
la palabra de cada día.
La palabra de cada día
es la manzana del amor
y los tragones del paraíso
se le comieron el corazón.
Cuando Alejandra Pizarnik se acostaba
se sentía tan sola tan sola
que un día se suicidó.
Los reloj tic tac tic tac.
Cumpleaños del tiempo
He comprendido
en la mitad de estos dos pasos
que un año acaba de pasar.
Cada minuto
cada segundo
pasa un año
porque todos los años
no empezaron al mismo tiempo.
Empecé este poema
cuando tenía 7 años
y ahora tengo 700.
Caperucita Loba
Había un lobo que era muy bueno. Y Caperucita le hacía
maldades. Pero el lobo decía: Un día de estos me volveré malo y te comeré.
Pasaron los años y los días y nada que se volvía malo. Entonces Caperucita
le dijo: Oye, no te has vuelto malo, no? Y él le dijo: De hoy en adelante
me volveré malo. Y ese día no se volvió malo, ni al otro ni al otro. Entonces
Caperucita le dijo: Ajajá, no te has vuelto malo. Y en el instante se
volvió malo. Pero como Caperucita era más mala que él, entonces se puso
más furiosa y se comió al lobo.
Y su mamá la regañó y le dijo: ¿Por qué te comiste
ese lobito tan bueno que era el que alegraba toda la ciudad? Caperucita
le dijo: Tuve que matarlo porque se había vuelto malo conmigo. Y la mamá
le contestó: No digas brutalidades, Caperucita. Y abriendo una boca muy
grande, se tragó a Caperucita.
Al fin del nadaísmo
Tranquilo papacito
que en la próxima encarnación
va a haber otros nadaísmos
más bellos.
O qué quería
que una época
fuera toda la vida?
El testamento perdido
A Berlín yo te dejo la gota de oro.
A Rusia yo le dejo la mesa de 30 mil pesos.
A Colombia le dejo a Simbad el Marino.
Al jefe de la oficina le dejo todas mis riquezas.
Y a todo el mundo le dejo todas mis cosas
y mi cuerpo se lo dejaré a Dios
y mi alma se la dejo a mi familia.
Ahora ya pueden decir amén.