Terrible 13 Manifiesto Nadaísta.
Desde nuestra aparición en el infierno de la sociedad colombiana, ha crecido una rosada ola de maldad en los espíritus. Una oscuridad terrible se cierne sobre nuestros corazones que encarnan el peligro de un nuevo amor hacia la historia.
A temprana edad conocimos el gusto de la grandeza y de la fama, y sin pedirle permiso a los oráculos nos erigimos en los profetas del mal y de la destrucción.
Hemos gozado de la admiración frenética de la juventud, que ve en nosotros la encarnación de un oscuro heroísmo.
Hemos desertado nuestros amores, credos, fanatismos, esperanzas, recuerdos y felicidades, no por otros idealismos, sino a cambio de nada, o por una oceánica indiferencia.
Consideramos que ya era demasiado tarde para luchar, triunfar, pensar, amar, trascender y ser formales como seminaristas, porque vivimos tiempos de terror y muerte, y las estrellas del cielo han sido sustituidas por temibles signos anunciadores de guerras atómicas y aniquilamientos terrestres.
Nos convencimos que la vida era breve y que no había tiempo sino de vivir y no complicarnos con las causas de los humanistas y los redentores.
Entonces legitimamos una vez más el sentimiento de que era el hombre la pasión y el centro del universo, y consagramos nuestra vida a rendirnos una adoración limitante con la idolatría.
A partir de esta reivindicación de nuestras prodigiosas desilusiones, hemos emborrachado nuestros cuerpos hasta la locura...
hemos crucificado nuestros sexos en las caderas de lolitas y proxenetas...
hemos viajado en alguna dirección huyendo de nosotros mismos, sin rumbo, sin destino, porque el hombre no tiene sino sus dos pies, sus zapatos rotos, y un camino que no conduce a ninguna parte...
hemos ido a reposar en los pinares nocturnos fuera de la ciudad agobiados por la angustia, la soledad y el aburrimiento...
hemos hecho fogatas en la oscuridad, y asado en las brasas un recuerdo de amor, o un pedazo de ternera...
nos hemos amado sin pasión bajo el fuego trepidante de las locomotoras, porque lo que verdaderamente amábamos no era digno de nosotros...
nos hemos desvestido bajo el foco de bujías glaciales de luz y mirado nuestro sexo como un gusanito triste...
nos masturbamos con sadismo y brutalidad y a ese acto solitario consagramos un amor puro y esquizofrénico...
hemos dormido en nuestros cuartos tristes como en las oscuridades del topo, sin importarnos que el mundo sigue girando movido por un misterioso mecanismo...
hemos bailado danzas locas con negras sudorosas bajo el resplandor de las antorchas en la selva, o bajo biliosas bujías de prostíbulo...
hemos alabado a los pederastas que se besan a la luz pública del sol desafiando los sexos y el rubor de los policías que guardan la moral pública...
hemos hecho conspiraciones con el hampa para que realicen impunemente sus violaciones, sus incendios, sus genocidios, sus profanaciones, sus asesinatos y sus hurtos...
hemos convidado a los garitos a nuestras amistades reputadas para que los desplumen los tahures con barajas marcadas, y luego hemos repartido las ganancias...
hemos destruido los lampararios del templo en la oscuridad límite del alba para esquivar la mirada iracunda de los dioses dormidos...
hemos robado en el comercio lo que necesitaba el apetito y apedreamos las vitrinas inaccesibles a nuestro deseo...
hemos asaltado en la noche a un transeúnte para conocer el rostro del miedo y luego lo pusimos en libertad. Nos hemos burlado de su miedo y del orín que destilaba por el pantalón ante la amenaza metafísica de nuestros puñales niquelados cortantes como chispas de hielo...
hemos blasfemado en el silencio para que retumbe la voz en los nidos de los rascacielos y golpee con furia las ventanas de las habitaciones donde se reza o se copula...
hemos escarbadolos basureros como gatos famélicos en busca de la suciedad humana y nos ha parecido que el hombre es el animal más puerco de la zoología...
hemos fumado colillas de cigarrillos recogidas en los escupideros de los teatros, prefiriendo los de boquilla y los nimbados de colorete...
hemos hecho mixturas de sustancias viscosas y hemos transubstanciado el alcohol en una loca explosión de vértigos...
hemos bebido tragos acerados que quemarían los cinco estómagos de la vaca, y derretirían las entrañas poderosas del buitre...
hemos alucinado el espíritu con drogas y mescalinas para que sucumba la razón y flote el subconsciente tenebroso legendariamente oprimido....
hemos engañado a las amantes con votos de fidelidad, pero las traicionamos con rameras que nos aseguren bajo juramento de honor las cruces de la sífilis, y una maravillosa colección de blenorragias. En sus lechos podridos gozamos del amor impuro y de las enfermedades...
nos hemos cansado de amar en lechos católicos y en lechos mercenarios, y en el colmo del hastío ensayamos el odio y la indiferencia sádica hacia los sexos. Hemos elegido en cambio las vulvas de las ranas o el sexo hiriente de las lechuzas por parecernos de sexualidad más idealista....
hemos prometido la desesperación y la muerte, porque la felicidad y la vida son heredad común de los idiotas y de los cocheros...
creemos enormemente en la santidad del crimen y hemos crucificado en altares de sangre a nuestars vírgenes para que regresen Atila, Nerón, Eróstrato, Judas, y todos los asesinos de la historia...
hemos deseado instaurar un gobierno que sea superior en crueldad a todas las tiranías criminales...
hemos deseado que sucumban los débiles, los justos, los desheredados, los puros de corazón y los imbéciles...
hemos añorado en calidad de hombres libres el retorno implacable de la inquisición, de las persecusiones y de las pestes mortíferas que han azotado a la humanidad para que el espíritu sea ungido por la sangre y el sufrimiento...
nos hemos orinado en los asfaltos calientes para ver ascender el humo en forma de plegaria hasta cielos de creencias contradictorias....
dejamos de creer en los dioses vencidos por la máquina para revertir nuestro ateísmo militante en la adoración de las locomotoras y los cohetes de velocidades supersónicas y ultraluminosas...
hemos comulgado, orado sin fe, profanado y blasfemado para desafiar la indignación de los dioses y para que lo divino penetre nuestra carne miserable así sea a través del rayo o del remordimiento...
hemos padecido la miseria con un odio a muerte por el Capital, pero no trabajamos porque el trabajo es atentatorio contra la poesía y contra la dignidad humana...
hemos comido migajas de pan negro y bebido aguas sucias en las alcantarillas para defender el ocio contra el trabajo y la inutilidad de toda acción. Pero también nos hemos hartado de menúes europeos en los "night clubs" con el producto de nuestras actividades anormales...
nos hemos bebido, comido, fumado y acostado a la burguesía que ve en nosotros la continuación de los valores aristocráticos, pero nos burlamos de su admiración y de paso nos vomitamos en sus floreros y en la bóveda azul de sus retretes...
hemos abdicado los últimos gramos de amor a cambio de una nota de jazz que reviente en nuestros oídos como la trompeta del juicio final...
hemos identificado las profecías del apocalipsis con la guerra atómica, y nos lamentamos con la cobardía de nuestros jefes de Estado que no se deciden a matarnos...
somos partidarios de las guerras termonucleares y de las armas radioactivas, y estamos políticamente de parte de la potencia que quiera destruirnos y estallarnos como una bomba de jabón en un día pálido de la primavera...
hemos dudado de toda fe, de toda verdad revelada y heredada, no creemos en nada, ni siquiera en nosotros, pero hemos ratificado la bondad de nuestros instintos insaciables, y la confusión maravillosa de la esperanza...
hemos conservado la sangre fría ante las desgracias innumerables de nuestro tiempo...
hemos predicado la necesidad del suicidio y regalamos la receta de nuestros venenos letales. Festejamos la muerte de esas víctimas que sucumben ante la evidencia de nuestras predicaciones malignas y nos regocijamos porque no despertarán nunca más en la eternidad...
hemos hecho el amor en sitios prohibidos para prolongar el espasmo y los sacudimientos ante el peligro, y nos han encarcelado por aplicar la estética en el erotismo. Porque nos hemos amado bajo los vientres chispeantes de las locomotoras, en los confesionarios, las tumbas putrefactas, los sanitarios públicos, los ascensores, las terrazas celestes, los anfiteatros con los muertos, y bajo los semáforos que iluminan nuestros cuerpos semidesnudos en la semioscuridad acechada por los serenos y las sirenas de los altos hornos industriales...
hemos destruido ídolos de barro y plomo por el solo placer de destruir y renegar de las tradiciones, de los santos y de los héroes...
hemos hecho una literatura alucinada convocando las inmundicias, las libertades, las dudas, los furores y las iniquidades, y nos hemos escandalizado con el poder de nuestro genio negativo...
Somos de una raza nueva que santifica el placer y los instintos, y libra al hombre de los opios de la razón y de los idealismos trascendentes...
Todo lo que tenemos para ofrecerle a la juventud es la locura, pues es necesario enloquecernos antes de que llegue la guerra atómica. El hombre será aniquilado por el hombre. La humanidad borrará en un segundo la historia infame que escribió en un millón de años. Nosotros nos apresuramos a saludar regocijados su desaparición, y nos vomitamos jubilosamente en su inútil historia de miles de siglos. Estamos asqueados, y nos negamos a sobrevivir en esa ilustre inmundicia...
el sol nace siempre según su eterna costumbre sobre la cima de las cordilleras, pero nunca lo vemos porque nos levantamos cuando estalla con los últimos arreboles el alba eléctrica de la nueva noche.
Estamos aterrados de nuestra maldad y solicitamos al Estado que abra para nosotros los manicomios, los presidios y los reformatorios, porque somos geniales, locos y peligrosos, y no encontramos otros sitios más decentes para vivir en la sociedad contemporánea.
Todavía ustedes los moralistas, los racionalistas y los estetas se estarán preguntando: "Y más allá del horizonte de la locura ¿cuál es realmente el fin del nadaísmo?" Y nosotros diremos: "El Nadaísmo no tiene fin, pues si tuviera fin, ya se habría terminado. Nosotros nos contentamos con progresar devotamente hacia la locura y el suicidio. Hacemos el mal, porque el bien no sienta a nuestro heroísmo."
Café y confusión.
Dije al empezar que el Nadaísmo no propone soluciones sino dudas, pues la Duda es un principio creador. Dar soluciones abstractas que no resuelvan problemas concretos, es puro idealismo, utopías platónicas en las que no estamos dispuestos a invertir un minuto de nuestra vida física, ni de nuestra santa y perecedera energía espiritual.
Pues bien: no se hagan ilusiones, pierdan la fe, pierdan la fe en el Nadaísmo. No tenemos soluciones adecuadas para nada. Nosotros no tratamos el Espíritu como un baratillo de la inteligencia para vender a los colombianos felicidad y esperanza a precios de quema.
Nadie sabe qué es el Nadaísmo, ni yo tampoco. Si alguien sospechara lo que es, ya nos habrían metido a la cárcel, o al manicomio. Nos conviene entonces que sea algo misterioso y que se sepa poco de él.
Sospecho, en todo caso, que el Nadaísmo es lo Desconocido. Además, el Nadaísmo no se explica por una lógica deductiva, sino que se vive, es una vivencia de la razón contra la Razón Pura.
Si trato de esbozar un esquema que defina nuestra conspiración, no será a nombre de un método, sino de un desorden porque el Nadaísmo no es una filosofía sistemática, sino una pasión existencial, un furor, una rebelión.
Mi método, pues, es no tener método. Y mis verdades quieren decir que son verdades nadaístas, y no verdades dogmáticas que reclaman para sí el privilegio de las verdades absolutas.
Son verdades en cuanto participan de la vida, y no lo son en cuanto pretenden ser verdades filosóficas, y se niegan a erigirse en principios éticos y estéticos.
Hemos tomado el partido de la libertad, libertad del deseo, con la fuerza del impulso, con la belleza dudosa de los asesinatos y los eclipses.
Porque nuestra rebelión es un impulso a nombre del cual hemos tomado la defensa de la vida, en el instante crítico en que ella está amenazada por la razón, la moral impresa, los idealismos anacrónicos y los prejuicios de todo orden.
En esencia, reclamamos una lealtad a nuestro tiempo, y para nosotros mismos. En esta exigencia radica nuestra rebelión y nuestra locura.
Orgullosamente hemos elegido la poesía insurrecta para protestar contra los estados pasivos de la vida y de la cultura, y contra los conformismos reinantes que amenazan la dignidad creadora y el espíritu de rebelión.
... Los puritanos y moralistas de la sociedad burguesa nos combaten señalando en nosotros las rechinantes aberraciones del Divino Marqués de Sade. Y los siquiatras se babean de ganas de adjudicarme por unanimidad el Premio Freud de Complejos Sexuales. Se nos dice pederastas porque somos poetas. Porque en estos tiempos mercantiles y utilitarios el poeta encarna la figura del afeminado.
Nadie puede concebir que le digan homosexual a Carlos J. Echavarría, al Canciller Turbay o al dictador Rojas Pinilla. No, esos machos espartanos encarnan el poder y la fuerza. El poeta vive muy ocupado en las constelaciones y en la mutación nerviosa de los semáforos. No es nueva esta abominación para el poeta. Recuerdo que Ilya Eremburg declaró en París en un congreso por la libertad de la cultura que los Surrealistas eran "una caterva de pederastas", y lo decía a nombre de la industria pesada de la Unión Soviética. Bretón le rompió las narices en un bar de Montparnasse a nombre del subconsciente, de Buda, y de la poesía automática.
... Algunos cristos locos o ángeles nerviosos de nuestra generación padecen una terrible desadaptación entre su vida y la realidad, y por motivos sicológicos apelan a la droga para instalarse, lejos de este mundo hostil, en una abstracta y fugaz eternidad. Alegan ellos que la mariguana les produce los únicos instantes de liberación y felicidad en su vida, y que la droga sustituye en ellos lo que representa Dios para el creyente. Y por esta razón la sociedad los encarcela. Yo pregunto: ¿A nombre de qué moral los encarcela la sociedad de nuestro tiempo? ¿Qué ha hecho por ellos? ¿Los ha hecho felices, o les ha brindado posibilidades para realizar una vida creadora? Esto se debiera contestar, pero es menos complicado que un sucio inspector abra el código de policía y ordene la captura del poeta alucinado.
Baudelaire era mariguano. ¿Quién se atreve ahora a condenarlo? Nadie al leer sus "flores del mal" o sus "paraísos artificiales" piensa que tal vez ese extraño averno estético era el producto de su alucinación, y si lo piensa dirá: afortunadamente para la poesía. Pero no todo el que fuma yerbas malditas es poeta, ni todo pederasta es Arthur Rimbaud. Pero si hay un poeta, un pintor, un místico y un bandido que busca a través de la droga vías elevadas a su imaginación creadora, si encuentra en eso el camino de su inspiración, si le da su santa gana de evadirse de la sordidez del mundo en busca de la vaga imagen de su sueño, entonces nadie tiene derecho a oponerse a su elección: ni el Estado, ni la sociedad, ni la moral, ni la policía.
Otros buscan sus evasiones en el alcohol, el sexo, el trabajo, la religión, la política, el poder, el arte, y todo eso son fugas para ser o dejar de ser. Y yo digo que don Jesús Mora que tiene 80 millones de pesos y trabaja 18 horas al día, no es menos culpable ante un tribunal de la vida que el poeta nadaísta que se entrega a sus delirios, o que el presidente Lleras que se droga con los idealismos bastardos del frente nacional con lo que vive alucinado, y con lo que tiene narcotizada la conciencia del país.
... La literatura por el hecho de ser trascendencia es compromiso con el hombre, con la vida, con el mundo. Nosotros nos oponemos a comprometerla con una fracción del mundo, con una orilla del ser, con un sector de la condición humana y social. No queremos hipotecarla a un compromiso parcial, servicial, mezquino, ni embanderarla, porque no queremos que la literatura sirva intereses inferiores a sus grandes posibilidades de comprometerse con todo, y antes que nada, con ella misma.
Porque el primer compromiso de la literatura es con la literatura. El arte que sirve a la belleza y a la vida es el arte real. El arte que sirve intereses particulares es un arte enajenado.
Sé también que se puede escribir una bella literatura sobre el terror, y que la literatura puede descender a los subfondos de la vida y de la muerte, pues nada le es extraño o indiferente. Pero este arte comprometido con la violencia política al que se quiere reducir toda la misión de la literatura, es apenas la extracción de una realidad que sólo logra desprenderse de su densa opacidad histórica, sin alcanzar categoría de arte y su independencia...
... El Nadaísmo se fundó como respuesta a las razones tradicionales de la vida. Es, en su más profundo significado, un imperialismo de la negación para defender al individuo de las amenazas que se ciernen sobre él, en esta época de abdicaciones de la libertad y de insurrección de masas totalitarias que levantarán un patíbulo para el poeta, el santo, el loco, el místico y el bandido, los eternos héroes del espíritu, sin cuya presencia nos negamos a vivir, pues no podríamos dormir sin el sueño del Super-hombre.
La generación que nos suceda o que ya trabaja en la revolución política, encontrará un desgarramiento de confusión en las almas y en el orden social, y este anarquismo crítico que hemos formulado dará origen a nuevos valores y a un renacimiento. Este es el invisible pero efectivo aporte de nuestro nihilismo a la revolución colombiana. No prometemos más. Conduciremos nuestra rebelión hasta una etapa donde todo acto, toda idea y todo entusiasmo sean constructivos y hagan posible la sociedad de nuestros sueños. Hasta ese advenimiento nosotros nos pondremos al servicio de la barbarie y de la impaciencia como los anarquistas rusos para quienes la pasión de la destrucción era una pasión creadora.
... La esencia del Nadaísmo se reduce a esto: a pasarla bien en este mundo, a no considerar mortal el hecho de vivir y a encontrar en los límites de nuestros días la posibilidad de ser eternos. El Paraíso, si hay alguno, es la tierra: Capital del dolor. No olviden que la tierra es redonda y que más allá existe la Nada Pura.
¿Entonces?
Pues estamos buscando en la vida inmediata la vida verdadera. La muerte no nos interesa: es el más allá de nuestros cuerpos. Por eso nuestra actitud es libertina: una especie de egoísmo placentero se eleva desde nuestros corazones para poseer el mundo, posesión feroz, posesión voluptuosa que se confunde con la destrucción del objeto amado. El otro mundo se lo dejamos a los espíritus puros, sin carne, a los bienaventurados que renunciaron aquí a la vida inmediata por una presumible y abstracta vida eterna. Nosotros somos espíritus desventurados, y el cuerpo tanto como la tierra son nuestro único orgullo, la materia espléndida de nuestros cantos.
A las seducciones del suicidio oponemos pasiones más fuertes que el aniquilamiento. Porque en el Nadaísmo no se trata de morir sino de vivir. Y porque amamos esta nada que somos, el Nadaísmo es nuestro nombre y nuestra aventura al servicio de lo maravilloso.