[Selección y traducción de Saurio]

Este es el Mundodisco, que viaja a través del espacio sobre la espalda de cuatro elefantes, los cuales a su vez están parados en el caparazón de Gran A'Tuin, la tortuga celestial.
Hace mucho tiempo, un universo así era considerado inusual y, posiblemente, imposible.
Pero... solía ser todo tan simple, hace mucho tiempo.
Porque el universo estaba todo lleno de ignorancia y el científico lo cernía como un minero arrodillado junto a un arroyo de montaña, buscando el oro de la sabiduría entre la grava de la sinrazón, la arena de la incertidumbre y las bigotudas cositas nadadoras de ocho patas de la superstición.
Ocasionalmente él se levantaba y decía cosas como "Hurra, he descubierto la Tercera Ley de Boyle". Y todos sabían dónde estaban parados. Pero el problema era que la ignorancia se volvió más interesante, especialmente la fascinante gran ignorancia acerca de las cosas enormes e importantes como la materia y la creación, y la gente pacientemente dejó de construir sus casitas con palitos racionales en el caos del universo y empezó a interesarse en el caos — en parte porque era muchísimo más fácil ser un experto en caos, pero más que nada porque hacía diseños realmente buenos para estampar en una remera.
Y en vez de seguir adelante con la ciencia decente* los científicos de repente empezaron a decir lo imposible que era conocer algo, y que realmente no había nada de eso que llamabas realidad para conocer, y como todo esto era tremendamente excitante, y dicho sea de paso, ¿sabías que posiblemente haya todos esos pequeños universos desparramados por todas partes pero nadie puede verlos porque están todos curvados sobre sí mismos? Dicho sea de paso, ¿no te parece que esto quedaría lindísimo en una remera?
Comparado a todo esto, una enorme tortuga con un mundo en sus espaldas es algo totalmente mundano. Al menos no hace de cuenta que no existe, y nadie en el Mundodisco trató jamás de probar que no existe, no sea cosa que resulte ser verdad y de repente se encuentren todos flotando en el espacio vacío. Esto es porque el Mundodisco existe justo en el borde de la realidad. La más pequeña cosita puede empujarlo hacia el otro lado. Por eso, en el Mundodisco la gente se toma las cosas seriamente.
Como los cuentos.
Porque los cuentos son importantes.
La gente cree que es la gente la que le da forma a los cuentos. De hecho, es todo lo contrario.
Los cuentos existen independientemente de sus intérpretes. Si sabés eso, el conocimiento es poder.
Los cuentos, enormes cintas flameantes de espacio-tiempo con forma, han estado ondeando y desenrollándose por el universo desde el comienzo del tiempo. Y han evolucionado. Los más débiles han muerto y los más fuertes han sobrevivido y engordado cada vez que se los cuenta... los cuentos, retorciéndose y ondeando a través de la oscuridad.
Y su misma existencia cubre con una débil pero insistente textura el caos que es la Historia. Los cuentos dejan huellas tan profundas que la gente las sigue como el agua sigue ciertos caminos por las laderas de las montañas. Y cada vez que nuevos actores recorren el sendero del cuento, la huella se hace más profunda.
Esto es lo que se llama la teoría de la causalidad narrativa y significa que un cuento, una vez que se inició, toma una forma. Recoge todas las vibraciones de todos los mecanismos de esa historia que alguna vez hayan existido.
Es por eso por qué la Historia se repite todo el tiempo.
Así, mil héroes han robado el fuego de los dioses. mil lobos se han comido a la abuelita, mil princesas han sido besadas. Un millón de actores ignorantes se han movido, ignorándolo, a través de los senderos del cuento.
Ahora resulta imposible que el tercer y más joven hijo de cualquier rey, al embarcarse en una misión que hasta el momento ha reclamado las vidas de sus hermanos mayores, no triunfe.
A los cuentos no les importa quién toma parte de ellos. Todo lo que les interesa es que el cuento sea contado, que la historia se repita. O, si preferís pensarlo de esta manera: los cuentos son una forma de vida parásita, arrastrando vidas al servicio del cuento mismo**. Se necesita un tipo especial de persona para combatirlos, y convertirse en el bicarbonato de la Historia.
Hace mucho tiempo...

* Por ejemplo, encontrar a esa maldita mariposa cuyo aleteo causa todas esas tormentas que últimamente hemos tenido y hacer que pare de una vez.

** Y la gente se equivoca con las leyendas urbanas. La Lógica y la Razón dicen que se trata de creaciones ficcionales, contadas una y otra vez por personas que están hambrientas de evidencia de coincidencias extrañas, justicia natural y cosas así. No lo son. Suceden todo el tiempo, en todas partes, a medida que los cuentos rebotan de aquí para allá por el universo. En cada momento cientos de abuelas muertas están siendo arrebatadas en el portaequipajes de autos robados y leales perros alsacianos se están ahogando con los dedos de rateros de medianoche. Y no se limitan a un sólo mundo. Cientos de hembras de jivpts mercurianas miran con cuatro ojitos a quienes las rescatan y dicen "Mi marido de procreación va a quedarse lívido — era su modulo de viaje". Las leyendas urbanas están vivas.

Witches Abroad

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Para que algo exista, tiene que ser observado.
Para que algo exista tiene que tener una posición en el tiempo y en el espacio.
Y esto explica por qué nueve décimos de la masa del universo no puede ser contabilizada.
Nueve décimos del universo ocupa el conocimiento de la posición y la dirección de todo lo que hay en el décimo restante. Cada átomo tiene su biografía, cada estrella su archivo, cada intercambio químico su equivalente del inspector con una libreta. No está contabilizado porque está haciendo la contabilidad del resto, y no podés ver tu propia nuca *.
Nueve décimos del universo son, de hecho, papeleo.
Y si querés la historia, entonces recordá que una historia no se desenrolla. Se entreteje. Sucesos que comienzan en lugares y tiempos diferentes confluyen todos en ese pequeño punto del espacio-tiempo que es el momento perfecto.
Supongamos que a un emperador lo convencen de usar un nuevo traje cuyos materiales son tan finos que, al ojo común, pareciera que no hubiera ropas. Y supongamos que un niñito señalara este hecho a viva voz...
Entonces ahí tenés La Historia Del Emperador Que No Tenía Ropas.
Pero si supieras un poquito más, sería La Historia Del Niño Que Recibió Una Merecida Paliza De Su Padre Por Ser Grosero Con La Realeza Y Fue Castigado.
O La Historia De La Multitud Que Fue Rodeada Por Los Guardias Que Dijeron "Aquí No Pasó Nada, ¿Okey? ¿Alguien Quiere Problemas?"
O podría ser la historia de un reino entero que repentinamente descubre los beneficios de las "nuevas ropas" y desarrolla un entusiasmo por los deportes saludables ** en una vivaz y refrescante atmósfera que gana muchos adeptos cada año, lo cual lleva a una recesión causada por el colapso de la industria textil convencional.
Podría ser incluso la historia acerca de La Gran Epidemia De Neumonía del '09.
Todo depende de cuánto conozcas.
Supongamos que observaste la lenta acumulación de nieve a lo largo de miles de años ser comprimida y empujada sobre las rocas profundas hasta que el glaciar parió sus icebergs al mar, y viste a un iceberg vagar por las frías aguas, y conocés a su cargamento de felices osos polares y focas que sueñan con una vida nueva y mejor en el otro hemisferio, donde dicen que las capas de hielo están repletas de crujientes pingüinos, y entonces wham— la tragedia aparece en forma de miles de toneladas de incontable acero flotante y una excitante banda de sonido...
... vas a querer conocer toda la historia.

* Excepto en universos muy pequeños

** La mayoría involucrando enormes pelotas de playa.

Thief of Time

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El antiguo libro llamó su atención. El General Tacticus. Todos los chicos lo conocían. Ankh-Morpork había dominado un vasto imperio y gran parte de él había estado en Klatch, gracias a él. Excepto que no había gracias para él. Vimes nunca supo muy bien por qué, pero la ciudad parecía estar bastante avergonzada del general.
Una razón, por supuesto, era que él había terminado combatiendo contra Ankh-Morpork. La ciudad de Genua se había quedado sin realeza, la endogamia había llegado a tal punto que el único ejemplo viviente consistía mayormente de dientes, y los ancianos cortesanos habían escrito piediendo ayuda a Ankh-Morpork.
Había ocurrido muchas otras veces, descubrió para su sorpresa Vimes. Los pequeños reinos de las Planicies Sto estaban constantemente mendigándose unos a otros realeza sobrante. El Rey había mandado a Tacticus como una medida desesperada. Es muy difícil reinar en un imperio decente cuando constantemente estás recibiendo cartas ensangrentadas del tipo: Querido Sire, me complace anunciar que hemos conquistado Betrek, Smale y Ushistan. Por favor enviar AM$20.000 contra reembolzo. El tipo no sabía cuando detenerse. Así que rápidamente lo nombró duque y lo despachó a Genua, donde su primera acción fue considerar cuál era la mayor amenaza militar de la ciudad y luego, habiéndola identificado, le declaró la guerra a Ankh-Morpork.
Pero, ¿qué otra cosa esperaban? Había cumplido con su deber. Había traido enormes botines, montones de cautivos y, algo casi único entre los líderes militares de Ankh-Morpork, la mayoría de sus hombres. Vimes sospechaba que era este último hecho la razón por la cual la Historia no lo aprobaba. Parecía sugerirse que esto era, de alguna manera, jugar sucio.
"Veni, vidi, vinci". Eso era lo que se suponía que el tipo había dicho cuando había conquistado... ¿qué? ¿Peudópolis, no? ¿O Al-Khali? ¿O Quirm? ¿Sto Lat quizás? Era en los viejos tiempos cuando atacabas la ciudad de otro por principio, y volvías y lo hacías de vuelta si parecían estar recuperándose. Y en esos días no te importaba si el mundo estaba observando. Querías que observara y aprendiera. "Veni, vidi, vinci". Vine, vi, vencí.
Como comentario siempre le había parecido un poco demasiado oportuno a Vimes. No era esa clase de cosas que se te ocurren así de improviso, ¿no es cierto? Sonaba como si lo hubiera trabajado bastante. Probablemente se había pasado largas noches en su tiendas, buscando en el diccionario palabras cortas con V y probándolas... Veni, vermini, vomui, ¿vine, me agarré parásitos, vomité? Visi, veneri, vamoosi, ¿visité, me agarré una enfermedad vergonzante, huí? Debe de haber sido un alivio haber encontrado tres palabras cortas y aceptables. Probablemente las pensó primero y después salió a ver si había alguna parte para conquistar.

Jingo

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Los Oggs eran lo que se conoce como una familia extendida — de hecho, no sólo extendida sino elongada, prolongada y persistente. Ninguna hoja normal de papel podría contener su árbol genealógico, que de cualquier manera era algo más parecido a la maleza del mangle. Y cada una de las ramas tenía una vendetta crónica contra las restantes ramas, basadas en bien establecidas causes célèbres como Lo Que Su Kevin Dijo Sobre Nuestro Stan En La Boda De La Prima Di Y Quién Se Quedó Con Los Cubiertos De Plata Que La Tiíta Em Le Había Prometido A Nuestra Doreen Para Luego De Su Muerte, Quisiera Saberlo, Muchísimas Gracias, Si No Es Molestia.
Nanny Ogg, como la matriarca indiscutida, alentaba a todos los bandos indiscriminadamente. Era lo más cercano que tenía a un hobby.
Los Oggs contenían, en sólo una familia, suficientes feudos como para mantener un Ozark lleno de montañeses funcionando por un siglo.
Y a veces esto alentaba a un estúpido de afuera a meterse y quizás hacer un comentario no muy halagüeño sobre un Ogg a otro Ogg. Con lo cual todos y cada uno de los Oggs se le ponían en contra, cada parte de la familia cerrando filas como las piezas de una bien aceitada maquinaria de acero reluciente para gestionar la destrucción inmediata e impiadosa del entrometido.
La gente de las Montañas del Carnero pensaban que el feudalismo de los Oggs era una bendición. El sólo pensar que ellos podrían estar volcando toda esa inmensa energía hacia el mundo en general era terrible. Afortunadamente no había nadie que un Ogg prefiriera para pelear que otro Ogg. Era familia.

Witches Abroad

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Una gorra de tela apolillada descansaba en el pavimento.
En el pavimento junto a la gorra, alguien había escrito con tiza húmeda:

PoR FaboR HayudE a este PeRRito.

Y junto a esto estaba sentado un pequeño perro.
No estaba hecho por la naturaleza para ser un amistoso perrito movedor de colas, pero se esforzaba por serlo. Cada vez que alguien pasaba se sentaba en sus patas traseras y gemía lastimosamente.
Algo aterrizó en la gorra. Era una arandela.
El caritativo peatón se había alejado sólo unos pasos por la calle cuando oyó: "Y que ojalá se le caigan las piernas, señor"
Se dio vuelta. El perro lo miraba atentamente.
"¿Guau?" dijo el perro.
El hombre lo miró intrigado, se encogió de hombros, y luego se dio vuelta y siguió caminando.
"Sí... maldito guau guau" dijo la extraña voz, cuando estaba a punto de llegar a la esquina.
Una mano apareció desde lo alto y tomó al perro del pescuezo.
"Hola, Gaspode. Creo que resolví un pequeño misterio."
"Oh no..." se lamentó el perro.
"Eso no es ser un buen perro, Gaspode," dijo Carrot, levantando al perro hasta ponerlo a la altura de sus ojos.
"Está bien, está bien, bajame, ¿querés? Esto duele, ¿sabés?"
"Necesito tu ayuda, Gaspode."
"No, no. Yo no ayudo a la Guardia. No te lo tomes a mal, pero eso no contribuye en lo absoluto a mantener a mi reputación en las calles."
"No te estoy pidiendo que ayudes a la Guardia, Gaspode. Esto es personal. Necesito tu nariz." Carrot bajó al perro al pavimento y se restregó la mano en la camisa. "Desafortunadamente, eso implica que necesito al resto de tu cuerpo también, aunque por supuesto que soy consciente que debajo de ese pulgoso exterior late un corazón de oro."
"Claro," dijo Gaspode. "Nada bueno empieza con 'Necesito tu ayuda'."
"Se trata de Angua."
"Cielos."
"Quiero que la rastrees."
"Epa, no hay muchos perros que puedan rastrear a un lobizón, señorito. Son muy ladinos ellos."
"Siempre hay que recurrir al mejor, es lo que siempre digo", dijo Carrot.
"La más fina nariz conocida por el hombre y la bestia," dijo Gaspode, frunciéndola. "¿Dónde se fue ella, entonces?"
"A Uberwald, creo."
Carrot se movió rápido. La huída de Gaspode fue interrumpida por la mano que sostenía su cola.
"¡Eso está a miles de millas de distancia! ¡Y en millas de perro son siete veces más! ¡Ni lo sueñes!"
"¿Oh? Está bien, entonces. Fue estúpido de mi parte sugerirlo," dijo Carrot, dejándolo ir. "Tenés razón. Es ridículo."
Gaspode dio la vuelta, de repente lleno de sospechas.
"No, no dije que era ridículo," dijo. "Sólo dije que estaba a cientos de millas de distancia..."
"Sí, pero dijiste que no tenías ninguna chance."
"No, dije que vos no tenías chances de lograr que yo lo hiciera."
"Está bien, pero el invierno se acerca y, como dijiste, una lobizona es muy difícil de rastrear y encima Angua es una poli. Seguramente ya se dio cuenta que iba a recurrir a vos, así que ella debe de estar cubriendo su rastro."
Gaspode protestó. "Mire, señorito, ganarse el respeto es muy difícil en esta ciudad de perros. Si no se me huele en los faroles por un par de semanas mi stock va a ir a parar a las alcantarillas, ¿entendés?"
"Sí, sí, entiendo. Me las voy a arreglar de otra manera. ¿El Nervioso Nigel sigue por aquí, no?"
"¿Qué? ¿Ese spaniel? No podría oler su propio culo si le pusieses enfrente de él."
"Dicen que es bastante bueno, nasalmente."
"Y que se orina cada vez que alguien lo mira," se burló Gaspode.
"Oí que puede oler una rata muerta a dos millas de distancia."
"¿Sí? ¡Pues yo puedo oler de qué color es la rata!"
Carrot suspiró. "Bueno, me temo que no me queda otra opción. Vos no podés hacerlo, así que yo—"
"Yo no dije que—" Gaspode se detuvo y luego continuó. "Voy a tener que hacerlo, ¿no? De todas maneras voy a tener que hacerlo. Me vas a engañar o sobornar o lo que sea necesario, ¿no es cierto...?"
"Sí. ¿Cómo te las arreglaste para escribir, Gaspode?"
"Fácil. Sostengo la tiza con la boca."
"Sos un perro inteligente. Siempre lo dije. Y además el único perro parlante del mundo."
"¡Bajá la voz, bajá la voz!" dijo Gaspode, mirando a todos lados. "Oíme, Uberwald es un país de lobos, ¿no?"
"Sí señor."
"Yo pude haber sido un lobo, ¿sabés? Si hubiera tenido diferentes padres, por supuesto."
Gaspode olfateó y otra vez miró furtivamente a lo largo de toda la calle.
"¿Churrasco?"
"Todas las noches."
"Hecho."

The fifth elephant

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"¿Están las Copas de la Integridad bien y correctamente recubiertas?" entonó el Hermano Vigía.
"Sí, recubiertas muy bien están ellas".
"Las Aguas del Mundo, ¿están ellas Abjuradas?
"Sí, abjuradas a todo poder están ellas".
"¿Han sido los Demonios de la Infinidad atados con muchas cadenas?"
"Pucha," dijo el Hermano Yesero, "siempre hay algo que falta."
El Hermano Vigía flaqueó. "Por una sóla vez sería lindo que cumplamos correctamente con los antiguos e intemporales rituales, ¿no les parece? Sería bueno que lo intentaran."
"¿No sería más rápido, Hermano Vigía, si la próxima vez lo hago dos veces?" dijo el Hermano Yesero.
El Hermano Vigía consideró esto refunfuñando. Parecía razonable.
"Está bien," dijo. "Ahora, continuemos con lo que sigue. Y me tienen que llamar Supremo Gran Maestro Provisional, ¿entienden?"
Esto no tuvo una apropiada y dignificada recepción entre la hermandad.
"Nadie nos dijo que ibas a ser el Supremo Gran Maestro Provisional," masculló el Hermano Portero.
"Bueno, esto es todo lo que deben saber porque bien que lo soy, ya que el Supremo Gran Maestro me pidió que abriera la Logia debido a que él se iba a retrasar con todo este asunto de la coronación," dijo altivamente el Hermano Vigía. "Si eso no me hace Supremo Gran Maestro Provisional no sé qué demonios me hace, ¿está claro?"
"No le veo la razón," gruño el Hermano Portero. "No hay necesidad de que tengas un título así de grandioso. Podrías ser algo como, este... Monitor de Rituales."
"Eso," dijo el Hermano Yesero. "No entiendo por qué te das tantos aires. Los antiguos y místicos misterios no los aprendistes de monjes o nada parecido."
"Aparte van varias horas de amansadora," dijo el Hermano Portero. "No es correcto. Creí que íbamos a recibir nuestra recompensa—"
El Hermano Vigía se dio cuenta de que estaba perdiendo el control de la situación. Intentó halagarlos con diplomacia.
"Estoy seguro que el Supremo Gran Maestro va a llegar en cualquier momento," dijo. "No lo arruinemos de entrada, ¿eh? ¿Muchachos? Organizar esa pelea con el dragón y todo lo demás, hacer que todo saliese bien, fue algo valioso, ¿no? Pasamos muchas cosas juntos, ¿cierto? Vale la pena esperar un ratito más, ¿okey?"
El círculo de figuras en túnicas y encapuchadas se desordenó y de mala gana estuvo de acuerdo.
"Okey"
"Es justo"
"Eso"
CIERTAMENTE
"Está bien"
"Si vos lo decís"
En un escalosfrío el Hermano Vigía empezó a sentir que algo no estaba bien, pero no sabía qué.
"¿Uh?" dijo. "¿Hermanos?"
Ellos, también, estaban inquietos. Algo en el cuarto estaba afilando sus dientes. Había una atmósfera.
"Hermanos," repitió el Hermano Vigía, tratando de reafirmarse, "estamos todos aquí, ¿no?"
Le respondió un temeroso coro.
"Por supuesto que sí."
"¿Qué pasa?"
"¡Sí!"
SI
"Sí"
Ahí estaba otra vez, una sutil incorrección de cosas a las que no podés señalar con tu dedo porque tu dedo también estaba asustado. Pero los incómodos pensamientos del Hermano Vigía fueron interrumpidos por un rasqueteo en el tejado. Unos pequeños trozos de revoque cayeron dentro del círculo.
"¿Hermanos?" repitió nerviosamente el Hermano Vigía.
Ahora se oía uno de esos sonidos silenciosos, un largo y zumbante silencio de extrema concentración y posiblemente la inhalación de aire en pulmones del tamaño de parvas de paja. Las últimas ratas de la autoconfianza del Hermano Vigía huyeron del naufragio de su coraje.
"Hermano Portero, si tan sólo pudieras abrir el Espantoso Portal—" gorjeó.
Y entonces se hizo la luz.
No hubo dolor. No hubo tiempo.
La muerte arranca muchas cosas, especialmente cuando llega a una temperatura lo suficientemente caliente como para vaporizar al acero, y entre esas cosas están tus ilusiones. Los restos inmortales del Hermano Vigía vieron al dragón alejarse volando entre la niebla, y luego miraron hacia abajo hacia el coagulado charco de piedra, metal y misceláneas trazas de elementos que eran todo lo que quedaba de los cuarteles secretos. Y de sus ocupantes, se percató en la desapasionada forma que es parte de estar muerto. Vivís toda tu vida para terminar convertido en un manchón girando como crema en el café. Cualesquiera fueran los juegos de los dioses, los jugaban de forma jodidamente misteriosa.
Miró a la figura encapuchada a su espalda.
"Esta no fue nuestra intención," dijo con debilidad. "Honestamente. Sin ofender. Sólo queríamos obtener lo que nos merecíamos."
Una mano esquelética le palmeó el hombro, con bastante ternura.
Y la Muerte dijo, FELICITACIONES.

Guards! Guards!

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Vimes miró a su alrededor. A la distancia el río se veía en escorzo. Cuando se concentraba, el oído interno del terror podía oir un rugido distante.
Echó nuevamente manos de los remos y trató de ir contracorriente y, sí, era posible avanzar contra la corriente. Pero no podía remar más rápido que lo que los lobos podían correr, y enfrentarse a uno o dos de ellos a la vez en la orilla, donde estaban listos esperándolo, no era una opción.
Si caía por la cascada ahora, llegaría al fondo antes que ellos.
Esa no era una buena oración, no importaba cuánto tratara.
Abandonó los remos y tiró de la cuerda de amarre. Si le doy un par de vueltas, pensó, puedo atar mi hacha en la espalda —
Se hizo la imagen mental de lo que podría pasarle a un hombre cayendo a la olla que hay detrás de una cascada con una pieza de metal filoso adosada a su cuerpo—
BUENOS DIAS.
Vimes parpadeó. Una alta figura con una túnica oscura estaba ahora sentada en el bote.
"¿Sos la Muerte?"
ES LA GUADAÑA, ¿NO? LA GENTE SIEMPRE NOTA LA GUADAÑA.
"¿Voy a morir?"
POSIBLEMENTE.
"¿Posiblemente? ¿Aparecés cuando alguien posiblemente va a morir?
AH, SÍ. ES LA NUEVA COSTUMBRE. ES POR EL PRINCIPIO DE INCERTIDUMBRE.
"¿Qué es eso?"
NO ESTOY SEGURO.
"Sos de gran ayuda."
CREO QUE SIGNIFICA QUE LA GENTE PUEDE O NO PUEDE MORIR. DEBO DECIR QUE ME TRASTORNA BASTANTE LA RUTINA, PERO TRATO DE MANTENERME AL DÍA CON EL PENSAMIENTO MODERNO.
El rugido era mucho más fuerte ahora. Vimes se recostó en el bote y se agarró firmemente de los costados.

The fifth elephant

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Un Igor esperaba ansiosamente en el medio del cuarto. Vimes estaba tomándole la mano al Reconocimiento de Igores*, y este era uno nuevo. Junto a él estaba un... eee... hombre joven, probablemente recién salido de la adolescencia, al menos en partes, pero ya las cicatrices y las costuras indicaba esa inexorable urgencia al automejoramiento que era el sello de un buen Igor. Lo único de que no parecían ser capaces era de tener los ojos al mismo nivel.
"¿Zu Exzelenzia?"
"Usted es... Igor, ¿cierto?"
"Zorprendente azierto, zeñor. No noz conozemoz, pero yo trabajo para el Dr. Thaumic al otro lado de la montaña y ezte ez mi hijo, Igor". Golpeó la nuca del joven "¡Zaludá a Zu Grazia, Igor!"
"No creo en la nobleza," contestó el joven Igor, hurañamente. "Ni voy a llamar amo a ningún hombre"
"¿Ffe?" dijo el padre. "Lamento ezto, Zu Grazia, pero azi ez como te trata la joffen generazión. Ezpero que uzted pueda encontrarle trabajo en la gran ziudad porque aquí en Uberwald no ffa a conzeguir ninguno. Pero ez un buen zirujano, aún cuando tenga ezaz graziozaz ideaz. Tiene laz manoz de zu abuelo, ¿zabe?"
"Puedo ver las cicatrices," dijo Vimes.
"Pequeño demonio afortunado, deberían haber zido míaz por derecho, pero él era lo zufizientemente mayor para ganarzelaz en la lotería."
"¿Querés unirte a la Guardia, Igor?" dijo Vimes.
"Sí, señor. Creo que el futuro está en Ankh-Morpork, zeñor."
Su padre se acercó a Vimes. "Y no menzionemoz zu pequeño impedimento al hablar," susurró. "Por zupuezto, ezo ffa en contra zuyo aquí, zabe, en el negozio de loz Igorez, pero eztoy zeguro que la gente zerá amable con él en Ankh-Morpork."
"Sí, por supuesto," dijo Vimes, sacando su pañuelo y distraídamente frotándose la oreja. "¿Y... eee... ese conejo?"
"Se llama Pavoroso, zeñor," dijo el joven Igor.
"Buen nombre. Buen nombre. Eee... ¿es por eso que está lleno de orejas humanas en su espalda?"
"Uno de mis primeros experimentos, zeñor."
"¿Y... eee... las narices?"
Eran como una docena de ellas, en un gran frasco para pickles con tapa a rosca. Y eran... simplemente narices. No cortadas de nadie, hasta donde Vimes podía ver. Tenían patitas, y saltaban alegremente contra el vidrio, como cachorritos en la vidriera de una tienda de mascotas. Le pareció oir ligeros "¡uuiiii!".
"La ola del futuro, zeñor," dijo el joven Igor. "Las cultivo en tanques especiales. También puedo hacer ojos y dedos."
"Pero, ¡tienen patitas!"
"Ah, sí, se les caen a las pocas horas que son implantadas, zeñor. Y ellas quieren ser útiles, mis naricitas. Bio-artificios para el nuevo siglo, zeñor. Nada de algo tan pasado de moda como extraerlos de viejos cuerpos—"
Su padre le golpeó nuevamente la cabeza. "¿Lo ffe? ¿Lo ffe? ¿Cuál ez el zentido de todo ezo? ¡Inzenzato! ¡Ezpero que pueda hazer algo con él, Amo, porque yo ya me di por ffenzido! ¡Como decimoz, no ffale la pena gaztarze en repueztoz!"
Vimes suspiró. De cualquier manera, perder pequeñas extremidades era una amenaza diaria en la Guardia y el chico era, después de todo, un Igor. Tampoco es que hubiera gente normal en la Guardia. Podría tolerar un criador de narices a cambio de cirugía que no involucrase alaridos y baldes de brea hirviente.
Señaló una caja detrás del joven. Gruñía y se balanceaba de lado a lado.
"No tendrás también un perro, ¿no?" dijo, tratando de que sonase como un chiste.
"Son mis tomates," dijo el joven Igor. "Un triunfo de la igorería moderna. Crecen enormes."
"¡Zólo porque atacan zalffajemente a laz otraz fferduraz!" dijo su padre.

* La clave estaba en el patrón de cicatrices.

The fifth elephant