El velatorio
Que el muchacho y la muerte
bailen en el monte.
Que éste gire guiado,
sobre sus zapatos de espinas.
Que la muerte lo condecore.
Que el muchacho de gillette en la garganta,
hacia el silencio oscuro.
Que este sueño encuentre un cajón perdido,
se introduzca allí para siempre.
Que la memoria se vuelva olvido
Evento de ciudad (para un hombre amado)
Respirar profundo, el aroma de los paraísos (imaginarlos si no existen sobre la calle en que él viva).
Tomar una rama copiosa, agitarla y con los cabitos que desprenda, armar un collar (o adorno a elección).
Tomar una foto del collar (o forma elegida).
Colocarle alas a la foto.
Soplar fuerte hasta que llegue hasta el destinatario de este poema.
La de alas ajadas
Lleva semanas
entre los trastos de mi garaje.
Sin permiso, se conserva
dueña.
Con sus ajadas alas,
una abeja, ahora
se transforma
en mi
inquilina triste.
Sobre trenes
Que los ciegos voluntarios
se nieguen a seguir siéndolo.
Que aprendan a escribir un poema en libertad
sobre el tercer o séptimo vagón de un tren.
Que conduzcan el vagón hasta la estación
de Pergamino.
Que armen una fiesta
y estén todos invitados.
Que la gente lea el poema y
cuando amanezca,
se eleven en el aire,
y vuelen
iluminados
hasta la esquina del boulevard.
Que los vendajes desaparezcan para
siempre.