Nombro o me invento en peligrosos artefactos. Soy un hombre de pensamientos y dudas, dudas que se transfiguran en pertenecientes pensamientos relativos. Que soy un hombre que cree en lo que siempre recuerda.
Ya no sé, me parece que todo se sucede muy rápido. Ya no hay tiempo para nada. Vivimos 46, 21, 8, 31, 90, un año y a veces, hasta en el mismo vientre nos vamos. Nuestra vida es tan pequeña que parece no ser sino la instantánea espuma del agonizante océano.
Me gusta caminar mucho más que volar o navegar. Sí, siempre me han gustado las cosas de pocos, las que son sólo para los elegidos. Así me siento especial, hombre de elite, de blasones de familia nuclear. Y no es que no pueda volar, ya que tengo unas prestas alas o que no recuerde navegar, ya que poseo hasta branquias para respirar. El asunto es que me gusta, me fascina caminar.
Luz del sol que ha sido quemada
se ha tornado blanca sobre la absorción de la noche
acechando por puro interés la amorfa y predecible costumbre
de soledad y de castigo de vergüenza y desolación
de razón y de extraños quehaceres inconclusos en la única teología liderada
de lo monótono del dogmatismo y del absurdo de la creación insoslayable de pecados
que sostienen mis llamas secas en lo vano de mi propio pensamiento pobre
en el momento de esconderse bajo una cama de aguas dulces
amores puertos entre unos cercos burros rotos en una tundra vasta
cuando se me han acabado las papas
cuando ya no tengo uvas ni ubres
que son aquellas brisas obsidianas que flotan cortando el aire
y la sombra de la luna ya no es la ola alta sino la sombra que subrepticia
yace por los pies de unas plantas purpúreas y en el instante sueño.
No hay noche sino largo día en que me escondo a descansar mi muerte
a repasar los densos óseos que me nutren indias ultrajadas
de un falso tiempo antagónico de bellezas exhumadas
retozando cabales tropos en que leo detenido y me reconozco
sevicia cuando los cuerpos son conquistados por las manos de Artevicio
potencia palabra placer solaz jurásica y cuaternaria niña veloz
de las aves que caminan de mi propio recuerdo esperpento virgen
de infinitud después de la propia muerte el grito del Sol
como un procaz apareamiento en lo que figuro ser yo
que engendra a las aguas que desesperan cada vez
que la luna está derramada de negro
que se torna rojo cuando las aguas brotan de las mitades duelen
cuando el oro ya no es oro y las madres ya no son las que cubren
y cueva del instinto alcoholizado o religión de mis espectros peatones.
Hasta el río que pasa parco con las aves en la quietud del propio vuelo
cuando ya no hay pez sino la invasión del sueño bruto
en la danza quieta del cortejo y de la pausa provocada por una lluvia amarilla
en las hojas apoderadas de las casas ciegas
para no dejar de caer
en La expulsión al Paraíso
sujetándose todos al unísono del tronco que hoy es la memoria
corrompida al instante en que sujeta de la mano del hombre están
navegando los últimos campos de trigo y de cipreses
desolados senderos impropios de los días sobre el fuego de las zarzas
que sujetan los abismos
de ocho pueblos dibujados por las arcas de Noelia
el amigo incierto navegando en un vestido negro
retoño que aun entre cenizas estoy ya por asentarme sobre el madero.
Y si alguna ruta montañosa recuerdo
es porque aquella ha sido diferente siempre para mí
partida que despierta está tan esclava escuchando los gemidos agua taciturna
vertida en la tierra purulenta esta tierra donde el rey
retratando a una Mona Lisa está
empedrando en la adoración de los pastores
la fe que es la única que me empuja desde mis sórdidos rencores
Masaccio dime si mi vida es un castigo
dónde está la flor que representa
Adán Eva díganme dónde están para acordarme de mi vida
de una voz acusando una plena pesadilla
a cubrir la impotencia que me convierte en hombre
el que ya está bebiéndose sus manos atadas para no traicionar
al salvador vestido por la uva fermentada en los enjambres reyes.
En este rayar el alba todo parece estar claro en su salvaje complejidad
la tórrida figura que esgrime a toda la sed
regada en la mente baldía de gozo y plenitud
aquel que será desde las rocas arpas la maravilla en un contexto antiguo
a fuerza de ver contra la forma el poder de las palabras
figuras que disueltas brotan densas nuevamente de la carne
hasta el alma del que se mira en su propio contorno y fe dubitable
de placeres que aunque humanos irreemplazables
remanentes de crepitaciones divinas
a la espera de su ansiada canonización
la flor que es expuesta en finura furtiva sobre una danza eterna
la excelsa suavidad en la travesura
la mitología que será el arma dócil del penitente henchido
al abrirse por siempre en una mirada al ave de la gloria.
Al esconder cualquier entrada para los catorce ojos
desnudos bajando una escalera tan turbia
que hasta está la luz que parece el fuego escapado de un volcán
en hipnosis aparcado y díptico
el que asume ser para cada escalón la misma imagen bella
la naturaleza que está perdiendo el sueño en Lima
que ha vuelto otra vez a Holofernes desposeído de género y número
el acto de romper las libertades
el camino que es la propia vuelta en la mente y que será
el propio paso al llamado de deidad
de la eternidad en la búsqueda de filosofía y de razón primate
mazmorra la amante vestida de plomo
fusión construida en manantial y a golpes de saxofón
la sangre que es obra pírrica roncha y el pecho que es ya bandera de la mente.
Y encontrarla para sí misma como una macilenta cría
cuando las velas se encubran en sus abstrusos pozos
y las flores sean lunas ya perennes de miradas húmedas
cuando mi pan se está quebrando en mis pisadas
ahora que me queda solamente la cáscara verdosa de mis vidas
ablandadas por la invasión del viento
de Edgar Degas la escena el heno suspendido en un suave y largo viento
recogido desde una lágrima
hasta el beso más denso de la herida vaginal y gravedad
otra vez opio de mis brazos caídos para adentro
acto seco del morir en las candelas selvas blondas
cuando el hijo rescatado tomará la vida en el puñal del propio hermano
Sordo y Ciego como autorretrato de 1945
y en la que jamás saqué al exterior un ropaje de cansada.
Caídas hacia el mar de las poses impedidas en los colores prohibidos
esos que sostienen nuestras ropas camas y casas
en nombre de mi Dios
la que empinada hallará
las flores bellas botellas del malecón Menes
en una tarde alcanzada en un poema cacofónico
inocencia que es pintura del ilustrador del llano aquel que no ve el color
sino que corre en la única pisada al extinguir la sigilosa forma
avalanchas ahora que ya está quieta en su paso lerdo
aquel que escondo solamente en el corazón de mi desecho
el gesto que se corre a los ojos de mi espectador
para mirarme solo en el pliegue de mi rostro
y en las sangres que va dejando como los hijos de la luz
matada en el antes de bajarse a las estrellas.
Expuesta de la mano quieta el arcabuz soltado
del muerto levantado para la ingente ofrenda la del pueblo y de sus hijos
sujetados por mis manos
al cayado que dejo por un instante enterrándome
en las tierras que conocen mis hermosas criaturas
liberadas de mi yugo cuando experimento una revelación
hasta la memoria señalando
las auroras pasadas al cortejo fúnebre
que es la propia casa que sujeta y arrastra al infértil camposanto
de la muerte tristeza donde el niño es viejo
la canción que es descrita en majestad
del que sólo observa para tocarse en plenitud cuando ya se acabe
y el anciano historia de la batalla en signo frágil
en la antigua palabra guía el manumisor de hombres.
La endecha manera de hacerse abstruso está cubierta
en mis dos manos izquierdas que regocijan mi perturbado aliento
contaminando el sendero correcto
tierno además de judío loco y genio del poeta muerto
en los campos de las maravillas que atravesarán por siempre el Todo
la destrucción más pura
la manera de ser miserable y a la vez serse a campo abierto
el principio que está quebrado como la línea gorda en un ingente cuerpo
la acción más suave en el mundo ancho y ajeno al pobre
aquel que esculpido de la calma y la iluminación se figurará
un hombre solo que ha brotado desde lejos
a las manos invisibles del naciente hijo espasmo cáncer
y el remedio será por siempre el mismo desacierto
el sanador del Cielo.
Chorrillos, 11 de Marzo de 2006.