El testigo
Frank Roger
Abro los ojos y, al principio, mi visión es borrosa. Luego de un rato puedo ver más claramente, y me doy cuenta, aunque aún de manera algo tenue, de que debo de estar en un hospital
Mi cuerpo está totalmente insensible. Quizás estoy paralizado. Todo lo que puedo hacer es abrir y cerrar mis párpados. Estrictamente, no puedo sentir nada. El silencio es completo. Puedo ver, pero como estoy recostado boca arriba y no soy capaz de mover mi cabeza, mi campo de visión es bastante limitado. Hasta donde puedo saber, estoy enchufado a algún equipo médico. Para hacer las cosas aún peor, mi mente parece estar en un blanco total.
¿Fui víctima de un accidente? Eso parece ser lo más probable, pero no me acuerdo haberlo tenido. De hecho, aparentemente no tengo ningún recuerdo. Todo lo que podría rememorar del accidente, si es que realmente hubo uno, y de todo lo que sucedió antes se ha perdido.
Trato de hacer un inventario de lo que sé. ¿Quién soy? ¿Qué me pasó? ¿Cómo terminé acá? ¿Cuánto tiempo estuve así? Fracaso en mi intento de encontrar respuestas. Sólo puedo suponer que fui víctima de un accidente y que me trasladaron a un hospital.
Desesperadamente trato de recordar mi nombre. Uno no puede olvidar su propio nombre ¿no? ¿Quién soy? ¿Estoy casado? ¿Tengo hijos? ¿Cómo me gano la vida? No hay respuestas. Es como si toda la información hubiese sido borrada del disco rígido de una computadora y, en consecuencia, cualquier comando de búsqueda fracasaría en el intento de recolectar algo de información.
¡Ahí está! ¿No habrá algo valioso oculto en el hecho de que comparé mi situación con la de una computadora rota? Y, por supuesto, está el hecho de que estoy pensando acerca de mi situación en inglés. Así que ya tengo dos datos fácticos. Estoy progresando. ¿Hay algo más?
Me concentro en mis pensamientos, pero nada aparece.

***

Abro nuevamente mis ojos y me doy cuenta de que debo de haberme quedado dormido, aparentemente exhausto por el ejercicio de pensar intensamente concentrado. ¿Cuánto tiempo ha pasado? No hay forma de saberlo. El cuarto no ha cambiado, ni tampoco lo ha hecho mi situación. Estoy aún paralizado, excepto mis párpados, y mi mente sigue en blanco.
¡Dios mío!
Mi corazón da un brinco (esto no es más que una forma de decir, ya que en realidad no siento en lo absoluto a mi corazón) cuando veo a una enfermera entrar a mi cuarto, y quisiera sacudir mis brazos y gritar y aullar, cualquier cosa con tal de atraer su atención, pero ningún sonido sale de mi boca y mi cuerpo continúa inmóvil.
La enfermera, una negrita veinteañera, delgada y bastante elegante en su inmaculado uniforme blanco, se acerca a mi cama y se inclina sobre mí, observándome como si yo fuera un insecto raro que acababa de descubrir (¡Un insecto! ¿Significará algo esta comparación? ¿Me tropecé con algo más de información? ¿Pero qué podría llegar a significar?). Veo sus labios moverse, sin duda ha notado que mis ojos están abiertos y ahora me está hablando, preguntándome algo, pero no oigo nada y no puedo hablar o moverme o hacerle notar a ella que estoy totalmente consciente y que puedo verla. Maldita sea, esto es terriblemente frustrante. Y entonces la chica gira sobre sus talones y abandona mi cuarto.
¿Qué pasará ahora? ¿Enviará ella a un doctor? ¿Estaré salvado?
El tiempo pasa. No tengo idea de cuánto tiempo es exactamente. Todo lo que puedo hacer es mirar fijo frente a mí, y esperar.
Un poco más tarde (¿Minutos? ¿Horas? No hay manera de saber...) la enfermera vuelve a entrar a mi cuarto, seguida por un doctor. Al menos supongo que el cincuentón con guardapolvos blanco es un doctor. Están hablando, pero no oigo nada. Salen y vuelven a entrar en mi campo de visión a medida que chequean el equipo al que estoy conectado, pero no tengo idea de que es lo que exactamente está sucediendo ni lo que esto significa para mi situación.
Entonces los dos se retiran de mi cama, hablando en completo silencio. No tengo idea de cuál fue la conclusión a la que llegaron, pero al menos el examen se ha acabado. Cuando abandonan mi cuarto, puedo ver con el rabillo del ojo como el doctor le da una palmada en el trasero a la enfermera, y que ella le lanza sobre el hombro una mirada de sorpresa mezclada con indignación, y que luego desaparecen.
Estoy nuevamente solo en mi cuarto, solo junto a mis pensamientos, pero al menos ahora albergo grandes esperanzas de que mis penurias casi han acabado y que el doctor y su equipo médico me pondrán de pie en un razonable lapso de tiempo. Si la atención del hombre no está atrapada por las bien formadas curvas de la enfermera, claro está. El hombre tiene buen gusto, no hay quién lo dude, pero espero que no pierda de vista la urgencia de mi situación.
El tiempo pasa y no sucede nada. Me deslizo nuevamente hacia el sueño.


***

Estoy despierto y consciente, mirando hacia el frente y pensando lo acostumbrado, las únicas actividades que puedo realizar, cuando el doctor y la enfermera entran nuevamente a mi cuarto. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde su primera visita? ¿Horas, o días, o, por lo que sé, semanas? Como no tengo idea de cuánto tiempo pasé dormido, soy incapaz de medir el tiempo, y no hay un reloj o un calendario en mi rango de visión.
Siguen más o menos la misma rutina que en su visita previa. Hablan, chequean el equipo, me miran, me tocan (pero no los siento), y vuelven a hablar. No tengo idea de qué hablan, pero es evidente de que no soy el único tema de su conversación. Aunque no puedo captar ni una palabra, el lenguaje corporal del doctor, sus gestos y expresiones faciales, y las reacciones de la enfermera dejan poco lugar a la duda de qué cosas están discutiendo.
Cuando el doctor trata de poner su brazo alrededor del hombro de la enfermera, ella lo aparta, pero sin demasiada convicción, y el hombre le roba un beso de cualquier manera, marcando así su primera victoria en lo que no es más que una escaramuza que preanuncia un ataque a todo trapo. Aunque la chica no está poniendo mucha resistencia, obviamente no está cómoda con la situación, y especialmente con mi presencia. Entiendo su malestar, pero soy incapaz de apartar mis ojos o girar mi cabeza.
Al doctor, sin embargo, no parece importarle la presencia de un testigo forzado, y toma a la chica por la cintura, la atrae hacia sí y la besa nuevamente en la mejilla, luego busca sus labios pero le permite liberarse de su abrazo. Sigue una discusión algo apasionada, una serie completa de emociones y sentimientos pasan por el rostro de l chica, desde furia e indignación a embarazo y aceptación vacilante. La chica es consciente, estoy seguro, de que el doctor es su jefe y rechazar de plano sus atenciones puede tener serias consecuencias. Hay leyes y reglas sobre el acoso sexual, por supuestos, pero cuando alguien se enfrenta a la posibilidad de ser despedido, él o ella lo pensarán dos veces antes de hacer la denuncia, eso es seguro.
La chica finalmente abandona su débil resistencia y las manos del doctor comienzan a recorrer su cuerpo, pero cuando trata de abrazarla y parece dispuesto a lanzar un ataque erótico completo, la enfermera de repente se suelta del doctor y abandona apresuradamente el cuarto, cortando así su extraño ritual de apareamiento. El doctor sacude su cabeza, murmura algo (no escucho nada, pero puedo adivinar con certeza qué es lo que ocupa su mente) y la sigue.
Estoy nuevamente solo, pero ahora tengo algo en lo que pensar. ¿Por qué no se realizó ningún esfuerzo de ayudarme, o de al menos establecer alguna forma de comunicación conmigo, pese a que ya me revisaron dos veces? ¿Podría ser que...? No, eso será impensable. Esta gente son profesionales y este es un hospital decente, hasta donde puedo ver, y es simplemente inimaginable que el doctor está usándome meramente como un pretexto para pasar un tiempo junto a esta enfermera realmente atractiva, sin otro testigo excepto este tipo paralizado que está encadenado a su cama y que no puede hablar o siquiera levantar un dedo.
Se me ocurre una idea. Supongamos que los exámenes que me hicieron indican que no estoy consciente, que estoy acostado con los ojos abiertos pero sin realmente ver, un hombre en coma cuyos párpados están abiertos por alguna u otra razón. Quizás es eso lo que el equipo que chequearon ya dos veces les dijo, y por lo tanto están convencidos que mi situación, mi aparente estar inconsciente o en coma o clínicamente muerto hasta donde yo sé, no ha cambiado y no debo esperar ninguna acción de parte de ellos — ninguna acción médica, claro está, ya que ellos parecen tener en mente otro tipo de acción y de la cual yo difícilmente obtenga beneficio.
Es verdad, mi presencia realmente no cuenta, y por lo tanto ellos pueden realmente actuar como si estuvieran solos aquí — y quizás mi teoría previa no es tan tirada de los pelos como originalmente pensé.
¡Santo Dios! ¿En qué juego me estoy metiendo, aunque sin proponérmelo? ¿Y qué rol puedo interpretar, fuera del de un testigo pasivo, un status posiblemente ni siquiera reconocido por los otros dos actores? Estoy limitado a observar voyeurísticamente y a pensar en que soy observado.
Y así pienso y delibero. Estoy convencido de que el sueño no vendrá, ya que mi cabeza bulle con pensamientos y teorías y contrateorías, pero finalmente éste llega después de todo y la masa arremolinada de pensamientos es tragada por el negro vacío que abarca todo.

***

La negrura se disipa y abro mis ojos. El ciclo de sueño y vigilia en el que me encuentro me hace recordar a una computadora a la que se la enciende y se la apaga. ¿No es una analogía extraña? ¿De dónde vendrá esta idea?
Aún estoy en un cuarto de hospital, y nada ha cambiado desde mi último periodo de actividad — en la medida en que se pueda llamar "actividad" a tener los ojos abiertos y observar.
Trato de mover un dedo del pie y de la mano, trato de abrir la boca y sacar la lengua, trato de inhalar profundamente, pero nada funciona. Mi cuerpo se niega absolutamente a cooperar. ¿Estoy aún vivo, en el verdadero sentido de la palabra? ¿Estoy clínicamente muerto pero simplemente soy incapaz de comprender y aceptar este hecho?
El tiempo pasa. Parecen eones, pero me doy cuenta de que el tiempo subjetivo no puede ser medido. Todo lo que puedo hacer es esperar hasta que me duerma nuevamente, o hasta que pase algo que avive al paso del tiempo.
Luego de un rato espero que el doctor y la enfermera me visiten, incluso si es sólo para meterse uno contra el otro. Al menos tendría algo que observar, mi vasto aburrimiento se rompería y tendría algo en que pensar cuando se hayan ido.
Nada sucede durante un tiempo considerable, y empiezo a ansiar las reconfortantes negrura y vacío del sueño, cuando la puerta de mi cuarto se abre de golpe y el doctor y la enfermera negra entran. ¡Por fin! Bienvenidos, queridos amigos. ¿Han preparado otro show para su audiencia de un sólo hombre, por más pasivo e inmutable que parezca? Tengan por seguro que él apreciará todos sus esfuerzos para eliminar el tedio de la vida en una cama de hospital.
Exactamente como en las dos ocasiones previas (¿O han habido más? Quizás me perdí algunas de sus visitas porque estaba dormido...) revisan el equipo junto a mi cama, pero esta vez el doctor decide no perder su valioso tiempo y empieza a acariciar los muslos de la enfermera mientras ella está aún anotando las mediciones. Quisiera sentarme y preguntarle al doctor si no cree que está yendo demasiado lejos, al fin y al cabo yo soy un paciente aquí y mi condición es crítica, al menos en mi opinión, una muy poco profesional quizás, pero por otra parte estoy involucrado personalmente en forma directa, ¿no está de acuerdo?, y realmente no necesito señalarle que este acoso de la enfermera es una violación indiscutible de las reglas y una ofensa imperdonable en la presente situación. Por supuesto, soy incapaz de pronunciar estos comentarios y el doctor continúa impávido con su asalto erótico.
Puedo ver la resignación instalándose en el rostro de la enfermera, y que a regañadientes permite que el doctor le desabroche el uniforme, le deslice la mano para manosearle los pechos y la bese y acaricie. El tipo realmente se deja llevar por su fácil éxito, y vuelca su atención nuevamente en los muslos y las nalgas de la chica. De un rápido y hábil movimiento le baja la bombacha y se prepara para el momento culminante de su conquista triunfal. La chica me echa una mirada y por un momento tengo la impresión de que ella finalmente entiende que estoy consciente y totalmente al tanto del tratamiento al que está siendo sometida, y me parece que ella va a informarle al doctor de su sorprendente descubrimiento, interrumpiendo así el asalto del hombre, a la vez salvándose de más de esta horrible humillación y salvándome de un aprieto igualmente horrible aunque de especie diferente.
Entonces aparta su mirada y me doy cuenta de que mi esperanza fue sólo una ilusión. Me miró exactamente como mira alguien que pasa por la calle a un maniquí en la vidriera de un negocio. Dolorosamente queda claro que mi presencia aquí no cuenta. Quizás el maldito doctor incluso piense que la presencia del tipo en coma le agrega un toque perverso a los juegos eróticos que juega en la "privacidad" de este cuarto de hospital virtualmente vacío. ¡Enfermo hijo de puta! ¡Si tan sólo pudiera sacarlo de aquí pateándole el culo! Mientras tanto la enfermera ni coopera totalmente ni se resiste a las testosterónicas acciones del doctor, sólo se deja llevar por los movimientos de un juego en el que preferiría no participar. Me compadezco de la chica, y desearía poder ir a rescatarla, pero ella tendrá que perdonarme por observarla pasivamente — las extenuantes circunstancias de mi condición son innegables.
Me sorprende totalmente cuando la chica lucha para librarse de los brazos del doctor, y una animada discusión sobreviene mientras ella se sube la bombacha y se acomoda el uniforme. Ambos están de pie, gesticulando, hablando en voz bien alta (o al menos eso parece, ya que sigo sin oír nada) y con creciente apasionamiento, y como ambos me señalan durante su acalorada conversación me inclino a creer que soy el tema de su discusión, pero por supuesto tal vez simplemente ella le está explicando su reticencia a realizar juegos sexuales en presencia de un paciente, aún si éste resulta estar dormido o inconsciente o lo que sea. Finalmente parecen llegar a un acuerdo y abandonan mi cuarto, aún hablando, dejándome con más preguntas, teorías e ideas de la que puedo manejar.
¿Cómo puedo hacer para pedir un sedante? ¿Alguien puede ayudarme? ¿Es que hay alguien al que le interese mi situación? ¿Estoy realmente en un hospital? ¿Soy tal vez parte del mobiliario y tengo sólo valor ornamental? Por supuesto estoy exagerando. Si los datos que salen en el equipo al que estoy conectado indican que estoy en coma a pesar de mis ojos abiertos no se puede culpar de nada al equipo médico.
El tiempo pasa. Mi mente hierve en un caos de pensamientos y emociones, y luego de un rato ruego que venga el sueño y repare la paz de mi mente. Parece que le lleva una eternidad, pero finalmente el sueño llega y piadosamente me envuelve.

***

El sueño se desvanece, como una bruma soplada por una brisa, y abro mis ojos, encontrándome una vez más en mi inmodificado cuarto. Regresan los recuerdos de lo que sucedió la última vez que estuve despierto, y lanzo un gemido, al menos mentalmente, y me pregunto qué espectáculo me espera esta vez.
¿Se me ahorrará la sensación embarazosa por esta vez y nada sucederá? ¿Quedaré aquí tendido, meditando y rememorando acerca del puñado de cosas que recuerdo, o volverán el doctor y la enfermera a permitirse disfrutar de los placeres carnales en mi presencia indudablemente regocijada?
Siento un alivio cuando finalmente entran. Sea lo que sea que intenten esta vez, es seguro que será mucho más interesante que estar simplemente tendido sobre mis espaldas, mirando fijo a la blanca pared frente a mí durante un lapso de tiempo que parece extenderse hasta el infinito.
La visita comienza de la forma acostumbrada. Se revisa el equipo médico, se anotan los datos, se intercambian comentarios y observaciones y yo sólo puedo llegar a la conclusión de que mi condición no ha cambiado. Puedo deducir por la expresión del doctor que su mente se está desplazando a otros campos de interés. Se acerca a la enfermera en una forma que carece totalmente de tacto o caballerosidad, como si hiciera años que no veía a una mujer y que toda esa tensión sexual acumulada debería descargarse sin más demoras. Entonces algo me resulta extraño. No hay rastros de la leve resistencia que la enfermera mostró en las ocasiones anteriores, y su rostro notablemente carece de expresión, como si ella estuviera escondiendo algunos pensamientos o emociones. ¿Se trae ella algo oculto bajo la manga? ¿Qué sucederá hoy? ¿Se me brindará un espectáculo especial?
Sin embargo el doctor parece no darse cuenta de que ocurra algo inusual y se zambulle de cabeza en sus actividades amorosas. Cubre a la chica de besos y sus manos desaparecen bajo la falda. La enfermera no ofrece ninguna resistencia, incluso parece ayudarlo a bajar la bombacha y desabotonar el uniforme. Me llama la atención que su rostro permanece como una máscara rígida, vacío de toda expresión, un hecho del cual el doctor parece ignorar completamente, y no me sorprendería descubrir que eso va a tener consecuencias nefastas para él. ¿Qué hay detrás de ese semblante estoico? ¿Cómo puede ella mantener una cara imperturbable cuando alguien la está tratando con tal grado de falta de consideración que virtualmente está en el mismo nivel que una violación brutal?
Mientras tanto el doctor parece determinado a hacerla completa, ya que sus pantalones están por sus tobillos y ahora está empujando a la enfermera sobre mi cama. Sus manos se mueven por todo el cuerpo de la chica y ella lo permite, dejando que el médico presione su cuerpo contra el suyo y finalmente el hijo de puta la penetra, van a hacer el amor aquí, maldita sea, en mi cuarto, usando mi cama como soporte, permitiéndome tener un asiento en primera fila para observar sus maniobras. Ahora sí que han ido demasiado lejos. ¿Es que perdieron todo sentido del pudor? Quisiera gritar de indignación, quisiera patearle la ingle al tipo y arrojarlo fuera, decirle que es un insulto a su profesión y que debería irse al demonio, o al menos a los tribunales, pero por supuesto no puedo hacer nada. Mi hirviente furia pasa inadvertida, no tengo manera de sacar mi ira, soy total y absolutamente impotente. O, si se me permite un horrible juego de palabras, estoy paralizado de la indignación.
Entonces muchas cosas suceden simultáneamente.
La puerta de mi cuarto se abre rápidamente y un hombre negro entra con violencia, gritando algo que no oigo y viéndose peligrosamente furioso. En el mismísimo momento en el que la puerta se abre, la enfermera violentamente aparta al doctor, gritándole algo al hombre que acaba de entrar. El recién llegado no tiene ropas de doctor o de ningún otro empleado del hospital. ¿Será el marido o el novio de la enfermera?
El médico se tropieza con los pantalones bajos y se cae de plano contra el suelo. Mientras la enfermera se acomoda las ropas, el negro saca un cuchillo de su bolsillo y lo balancea amenazador frente al rostro del doctor. La enfermera y el negro están claramente en el mismo bando. ¿Será el show de hoy un montaje, una trampa a la cual se atrajo al médico, una emboscada a la que corrió con los ojos bien abiertos? ¿Es esta la forma en la que la enfermera eligió para lidiar con el problema que se ha venido enfrentando por varios días o semanas?
No tengo realmente tiempo de dilucidar mi teoría, ya que las cosas suceden velozmente. El doctor mueve sus piernas, sacándose los pantalones, y retrocede cuando se percata del cuchillo que se agita frente suyo. Los dos hombres hablan entre sí, y aunque no puedo escucharlos puedo adivinar bastante bien qué es lo que están diciendo. Por un momento permanecen perfectamente quietos, el doctor con su guardapolvos arrugado y sus genitales a la vista de todos, el negro blandiendo su cuchillo listo para atacar, la enfermera observando todo desde el costado como un árbitro siguiendo de cerca el devenir de los acontecimientos, una escena que bien podría haber salido de una película absurdista.
El médico entonces corre hacia la puerta, con la esperanza de escabullirse del hombre negro, pero el brillante cuchillo desciende y corta el hombro del doctor, mientras la enfermera aparta su mirada horrorizada y chilla, un chillido inaudible en lo que a mí respecta. El doctor cae, su cara retorciéndose de dolor, apretándose la herida con una mano y pidiendo piedad con la otra, pero el cuchillo sigue bajando y de repente todo el lugar esta lleno de sangre.
El negro se aparta de su víctima, toma a la enfermera de la mano (es obvio que ella es su esposa o novia) y están a punto de abandonar la escena del crimen cuando el hombre detiene su marcha y me apunta con su cuchillo. ¡Gran mierda! Me ha visto y llegó a la conclusión de que soy testigo del asesinato que acaba de cometer, y si interpreto correctamente la mirada que hay en sus ojos va a ejecutar el siguiente paso lógico. Se va a asegurar que no quede ningún testigo que cuente lo sucedido. ¿Importa que yo sea totalmente incapaz de decirle a nadie qué pasó aquí? ¿Está el hombre al tanto de mi condición? ¿Habrá estudiado cuidadosamente mi historia clínica antes de venir aquí?
Está encima de mí. El tipo también me va a matar. Es bien claro que no quiere arriesgarse en lo absoluto. Jesucristo, qué forma más terrible de morir. Sobrevivir a un accidente, terminar aquí, ser mantenido con tecnología médica de punta, sólo para ser borrado de un plumazo por un loco sediento de sangre... Parece una terrible pérdida de tiempo y energía, la forma más estúpida de ver a mi suerte acabarse...
Pero esperen, esperen, la chica toma a su amigo por el brazo, le habla, me señala, señala al equipo al que estoy conectado, hace gestos vagos que abarcan a todo el hospital, y lo que sea que ella está diciendo parece tener sentido porque el tipo se calma y deja su cuchillo, permitiéndole a su novia arrastrarlo fuera del cuarto, y antes de que la puerta se cierre me lanza una última mirada dubitativa, pero en el instante siguiente se han ido, Dios mío, me he salvado, esa hermosa chica negra realmente me ha salvado la vida, Dios bendiga su alma, no tengo palabras, ¿cómo podré expresarle toda mi gratitud?
Mentalmente estoy temblando de nervios, sobrepasado por la ansiedad y las emociones al punto de que me va a llevar algún tiempo tener algún alivio. ¡Dios mío! ¡Aún estoy vivo! Obviamente la chica le dijo a su amigo que este tipo estaba en coma o algo así, y que por lo tanto no ha visto nada y no hay necesidad de eliminarlo. Inútil es decir que estoy totalmente de acuerdo con esto.
Me calmo lentamente, dejando que el alivio se apodere de mí.
Estoy feliz de estar nuevamente solo.
Bueno, no del todo solo. El doctor sigue allí, despatarrado en el piso en medio de un charco de sangre que crece rápidamente mientras su vida se le escapa del cuerpo. Esto es terrible, pero tampoco es que fuera asesinado sin motivos. Y, por supuesto, podría haber sido mucho peor. Podría haber dos cadáveres en mi cuarto.
La montaña rusa de eventos y las adrenalínicas emociones me deben de haber dejado exhausto, ya que las luces parecen apagarse y la tibia y reconfortante negrura del sueño llena al universo.

***

No estoy seguro cuánto tiempo pasó. Abro mis ojos y veo gente moviéndose por mi cuarto. Varios hombres uniformados. Son canas. ¡Canas! ¿Qué hacen unos policías en un cuarto de hospital?
Entonces regresan los recuerdos de lo que ocurrió la vez anterior. Por supuesto, ahora entiendo. Estos tipos están investigando un caso de homicidio. Observo el cuarto y noto que el cadáver del médico ha desaparecido. Ni siquiera quedan rastros de sangre. Fuera de los canas, también hay un doctor y una enfermera. No he visto a ninguno de ellos antes. La enfermera negra que me salvó la vida no está aquí. ¿Tal vez ella huyó con su amigo? ¿O quizás el asesinato estuvo bien preparado, cubrieron hábilmente sus huellas y ella ni siquiera es sospechosa, quizás simplemente ella se tomó el día...?
Los canas están hablando con el doctor. Es una discusión animada. Me puedo imaginar que ha de ser un asesinato misterioso bastante inexplicable. Alguien debe de haber entrado a mi cuarto y notó el cuerpo del médico en el piso. La otra persona presente era yo, que no podía ser el asesino por razones obvias. Se llamó a la policía, se tomaron fotos, se trasladó al cuerpo, el forense realizó una autopsia, el cuarto se limpió y se inició una investigación.
Y aquí estoy, aún inmóvil en mi cama de hospital. El único testigo del crimen, quien está incapacitado de testificar, quien ni siquiera es reconocido como tal.
Para sorpresa mía, el médico gira hacia mí mientras habla con los canas, gesticulando ampulosamente, señalándome, mirando alternativamente hacia los policías y hacia mí. ¿Qué demonios está pasando? ¿Qué están discutiendo? ¿Por qué soy objeto de su interés? Algo no está del todo bien en esto. Puedo sentirlo en mis huesos (nuevamente, una forma de decir; si tan sólo pudiera sentir algo en mis huesos...)
El doctor abandona mi cuarto, pero unos pocos instantes después otros dos médicos aparecen y se ponen a conversar con los policías. Todos me miran inquisitivamente, mi equipo médico es revisado, sin lugar a dudas discuten las lecturas de los datos. El sentido de todo esto se me escapa. ¿Quizás vean una relación entre mi condición y el crimen? ¿Me perdí parte de la historia? ¿Me perdí de algo de vital importancia mientras dormía? ¿Es este el procedimiento acostumbrado cuando un tipo es asesinado en presencia de un paciente de hospital en coma? Supongo que todo esto en algún momento me resultará claro.
La conversación parece no acabar más, y el sueño llega a mi rescate antes de que los hombres reunidos en mi cuarto hayan llegado a una conclusión.

***

Abro mis ojos e inmediatamente me doy cuenta de que aún soy el centro de atención de todo el mundo. Sin embargo, en algo ha cambiado la situación. Los canas se fueron y un oficial de alto rango (a juzgar por su insignia) los reemplazó. Aún hay médicos en mi cuarto, junto con algunas enfermeras, pero la negra a la que le debo la vida no está entre ellas.
Todo el mundo sigue involucrado en mi condición. Una discusión animada está sucediendo, se está trayendo más equipo al cuarto y se lo coloca junto a mi cama, y varias personas me examinan a mí y al equipo. ¿Me irán a operar? ¿Habrán decidido los pasos a seguir para ponerme de pie nuevamente? ¿Se habrán acabado mis tribulaciones? ¿Me habré salvado?
Pero, por otro lado, si simplemente están preparándose para acciones estrictamente médicas, ¿qué hace aún aquí aquel oficial de policía? Su presencia no parece tener sentido.
¿Y por qué todo el mundo me examina tan concienzudamente como si fuera un insecto bajo un microscopio? ¿Ya no fue suficiente con todos los exámenes que me hicieron antes? ¿Acaso algo cambió? Realmente no parece que sea así. No me digan que soy sospechoso en este caso de homicidio. ¡Vamos, muchachos, sean razonables! No soy ni un sospechoso ni un testigo, por lo menos esto último no en el sentido usual del término. ¿Podría alguien explicarme qué pasa aquí? ¿Qué están tramando ustedes, eh?
Y sigue entrando gente a mi cuarto, trayendo aún más aparatos. Los médicos se inclinan sobre mí, observándome, señalándome, hablado entre sí, tapando mi visión de modo que no puedo saber qué están haciendo el resto con todo esos equipos brillantes.
¿Qué demonios pasa aquí? ¿Alguien podría tomarse la molestia de explicármelo?
Y entonces, de repente, todo mi mundo se vuelve negro--

*
***
*

— Este es el fin de la cinta, — dijo el Dr. Gallagher. — Creo que ya sabemos suficiente.
— La verdad que sí — repuso el Inspector Lafitte. — Esto sí que es extraordinario. Estoy impresionado. Sin toda esta tecnología podríamos no haber resuelto jamás este caso. Ahora sólo es cuestión de tiempo antes de que atrapemos a estos dos sujetos.
— Quizás debo agregar que esta tecnología es bien reciente y que aún está en una fase experimental. Esta fue la primera vez que se aplica en un ser humano, y si usted no lo hubiera pedido explícitamente probablemente aún no nos hubiéramos decidido a hacerlo.
— Tengo entendido que el paciente no sobrevivió al experimento.
— Bueno, el experimento fue un éxito pero desafortunadamente no lo fue para él. Pero, por otro lado, de todos modos ya estaba clínicamente muerto. No tenía oportunidad de recuperarse de su condición.
— Pero a juzgar por la cinta, me parecía bastante consciente. Usted me dijo que simplemente tendríamos acceso a información visual porque los ojos del paciente estaban abiertos en intervalos irregulares. Pero sin embargo la cinta que acabamos de ver contenía mucho más que eso. Parecía más como un comentario continuo, casi el testimonio de un testigo en un tribunal.
— Eso es verdad, pero esta especie de semiconciencia no podía deducirse a partir de las lecturas en los equipos que lo mantenían con vida. Como sea, no había forma que se recuperase. Hubiera muerto de todos modos. Nuestra nueva técnica de transferir la memoria desde el cerebro hacia una cinta magnética simplemente le ha robado una vida que de todos modos había perdido.
— ¿Esto quiere decir que no somos responsables de su muerte?
— Sólo en el más estricto sentido técnico. No había nada que pudiéramos hacer por él, excepto extenderle artificialmente su rango de vida. Deberíamos estar agradecidos de que nos ayudara a resolver un caso de homicidios, incluso si fue involutariamente.
— ¿Quién era este tipo, dicho sea de paso? — preguntó el Inspector Lafitte. — Si mal no recuerdo se llamaba Xavier Jaccard, ¿no?
— Sí. Trabajaba en el departamento de computación del Instituto de Entomología de la ciudad. Sufrió un accidente grave cuando volvía de una fiesta a su casa, un accidente que lo dejó completamente paralizado y con muerte cerebral. No estaba casado, no tenía hijos. Debo admitir que siento pena por el tipo. Sólo tenía veintiocho años y una carrera prometedora. ¡Qué terrible desperdicio!
— Oh, bueno — dijo el Inspector Lafitte, acomodándose en una posición más confortable. — Al menos tuvo un show erótico gratis. — Lanzó una carcajada.
— ¿Gratis? — replicó el Dr. Gallagher — Pagó con sus memorias por verlo.
— Y con su vida. En el más estricto sentido técnico, tal como usted lo expresó tan elocuentemente.
— ¿Qué está sugieriendo, Inspector? No me diga que acaba de descubrir otro caso de homicidio.
— Sólo en el más estricto sentido técnico — respondió el Inspector Lafitte, riendo. — Pero no se preocupe. Soy el único que lo descubrió. Y usted es el único testigo de ese descubrimiento, así que si mantiene su boca cerrada...
— Tengo entendido que han desarrollado la manera de meter mano en la memoria de un testigo silencioso — dijo el Dr. Gallagher mientras se ponía de pie.
Riéndose, los dos hombres abandonaron el cuarto y se fueron juntos a beber una copa en el bar.

[Tradujo: Saurio]

Frank Roger nació en Gante, Bélgica, en 1957. Filólogo, viene publicando desde 1975 en diversas publicaciones de ciencia ficción de todo el mundo. Desde fines de los 80 escribe en inglés y se autotraduce al francés. Su obra puede describirse como una mezcla de géneros y estilos, en los que la sátira, el surrealismo y el humor negro son moneda corriente.